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Fóllame...

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Acerco mi lengua
a las orillas de tu sexo...

 Basta una suave caricia
para que aflore 
el rocío salado
que evidencia
su impaciencia
por ser profanado.

 Me embriaga
su intenso aroma
a hembra cachonda,
a sirena lasciva
que sinuosa persigue
nublar los sentidos
del desdichado Ulises.
Pero atado al mástil
mantendré la calma, si es posible...

Me sumerjo en sus profundidades... 
explorando cada rincón... 
cada borde, cada pliegue,  cada detalle
en busca de tu perla... 
de tu dulce perla...

Mmm... ya es mía... sólo mía...
Me recreo lamiéndola,
presionándola y
mordisqueándola
 con la precisa proporción
de placer y dolor
que transforma tu sexo
en un géiser borboteante y violento
de húmedo y ardiente deseo.

Y ya no me detendré más...
y haré que tu boca escupa
la obscenidad esdrújula,
mitad orden, mitad ruego,
que obedeceré al momento
para destapar
nuestra caja de los truenos.

Una proposición indecente...

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No me apetecía nada ir... pero habían insistido tanto que no fui capaz de encontrar una excusa para declinar la invitación. Y es que no todos los días se cumplen 50 años... y además por partida doble.

Tras el traslado en avión, llegamos a media tarde al hotel. Nos duchamos, nos cambiamos, nos pusimos de tiros largos, sombra aquí... y sombra allá, y bajamos al salón.

Estaban en la puerta, recibiendo a los invitados... y estaban estupendos, a pesar de su edad. Nos abrazaron... les felicitamos y les entregamos un presente...  No quisimos entretenerles... y entramos.

Un camarero nos ofreció champagne...  Salvo a ellos, los cincuentones celebrantes, allí no conocíamos a nadie. Nos acercamos a una mesa... picamos algo...  todo estaba delicioso. Cotilleamos un poco... nos miramos... y entre mirada sorbo y picoteo, terminamos el champagne.

La segunda copa de Ms. T cayó casi tan deprisa como la primera. Con sus andares elegantes, se acercó a un camarero cuya bandeja portaba una solitaria copa. Sin embargo, en el último momento, un tipo se adelantó y se apropió del codiciado trofeo. A pesar de ello, supongo que haría gala de sus dotes de persuasión porque, al poco, le cedió la usurpada copa con una sonrisa...

Empezaron a charlar. En algún momento debieron presentarse... porque se dieron dos besos. Poco después, tomándolo del brazo, lo orientó hacia mi... entiendo que para que me saludase... saludo que, desde la distancia, devolví cortésmente haciendo un gesto con la cabeza.  Siguieron charlando... y parecía divertida su conversación. No sé qué le susurró al oído... que la dejó entre pensativa e interesada. Ella le respondió acercando su boca al oído... y él asintió con un leve movimiento de su cabeza y una sonrisa. Al poco, el desconocido se retiró y Ms. T regresó hacia donde estaba yo. 

- ¿Quién era?
- Espera... ahora lo sabrás.

El desconocido y su desconocida acompañante se acercaron hasta nosotros. Eran puro contraste, al menos en lo visual: de porte menudo, él; de menudo porte, ella. Les saludé: apretón de manos para él y besos para ella. Charlamos un poco. Eran majos, así que congeniamos rápido. Y entre conversación y conversación, de pronto sentíun chispazo... Miré a Ms. T.... y con un doble y rápido arqueo de cejas me confirmó que la señal percibida no era una falsa alarma. Así que seguimos bebiendo... aunque debo decir que, con cierta discreción, instruía al camarero para que añadiese a sus copas todo el alcohol que no ponía en las nuestras.

A pesar de mis pocas ganas iniciales, debo admitir que mereció la pena el viaje... ya que lo estábamos pasando muy bien con nuestros nuevos amigos... Y uno de los momentos más divertidos fue cuando quisimos inmortalizar la ocasión fotografiándonos juntos en el photo-call, graciosamente ataviados con coloridas pelucas, ridículos bigotes y misteriosos antifaces... 

Y aunque el estribillo de El Tiburón de Proyecto Uno, que sonaba a todo volumen, pudiera indicar lo contrario, el caso es que a altas horas de la madrugada la fiesta terminó... Nos despedimos de los anfitriones, que se congratularon nuestra nueva amistad. Salimos del salón y nos dirigimos hacia los ascensores. Ellos también estaba alojados en el hotel... y en nuestra misma planta, así que subimos juntos.

Cuando íbamos a despedirnos y entrar en nuestra habitación, ella nos sugirió que les acompañásemos a la suya, a tomarnos la penúltima en el minibar. Miré a Ms. T, y me respondió con gesto que fue mutando de sorpresa inicial a sutil aprobación a tal proposición indecente.

Asi que entramos...

Hagámoslo...

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A esta edad uno es consciente de que aún hay mucho bueno por vivir... aunque quizá nos puede surgir la duda de si será tan bueno como lo ya vivido.

¿Quién sabe? Quizás ese paseo por aquella playa, cuya arena crujía bajo nuestros pies por la infinidad de conchas que el violento temporal dejó la noche anterior, no vuelva a repetirse... Ni tampoco aquella locura adolescente que nubló nuestros sentidos en aquel párking solitario al regresar después de haber padecido ese infumable musical, eso sí, anunciado con supuesto gran éxito de crítica y público...

Ciertamente es posible que nada vuelva a ser igual...

Pero si una cosa tiene buena la vida es que, a veces, nos presenta una página en blanco sobre la que podemos escribir un nuevo relato, o perfilar los trazos de un dibujo, de una pintura...  o plasmar la melodía de esa dulce canción que resuena en nuestra mente...

Sí... aún queda mucho que experimentar... por sentir... por probar... por imaginar... por desear... por fantasear...

Así que no perdamos más el tiempo... y hagámoslo... ya.

Por los viejos tiempos...

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Eso... hagámoslo...

Llevaba tiempo rondándome la idea de darle una sorpresa... Quería para ella algo especial, único... y diferente.

Sí... esta vez no acudiría a una joyería cara... o a una agencia de viajes en busca de un destino paradisíaco...

No... esta vez quería para ella algo más personal... algo que requiriese mi participación o intervención...  y que, por ello, permaneciese, indeleble, en el recuerdo.

Y una noche... mientras divagaba de aqui por allá en la deep web... una lucencita se encendió en mi cabeza y alumbró una sugerente idea...

Y la cercanía de nuestro aniversario activó la puesta en marcha de mi plan...

Ese jueves cumplíamos 10 años juntos... Y para recordar nuestros inicios, la invité a comer en el mismo restaurante en donde nos vimos por primera vez...

De primero, y para compartir, ensalada caprese con anchoas y carpaccio de buey... De segundos, parpadelle al pesto, para ella, y bistecca alla fiorentina, para mi. Para regar nuestras gargantas, champagne, servido con generosidad... Y de postre, un platito de panna cotta, con dos cucharillas... que nos sirvió para rememorar el divertido momento en el que mi lengua relamió con gusto la escasa ración que me ofreció el día que nos conocimos en persona.
Tras la divertida sobremesa, le comenté que quería repetir uno de esos encuentros furtivos que, obligados por nuestras respectivas circunstancias, teníamos algunas tardes. Percibí claramente que el brillo de sus ojos delataba que mi indecente propuesta le había encendido su libido...

Nos dirigimos al hotel en el que dábamos rienda suelta a toda nuestras fantasías en aquellas épocas de clandestinidad... Al llegar, y para disimular, saqué del maletero un trolley, en el que había metido diverso material que podríamos necesitar posteriormente. Entramos en la Recepción...  y tras los trámites de rigor, procedimos a subir a la habitación...

Me deleité contemplando su sinuoso cuerpo reflejado en los espejos del ascensor...  Estaba preciosa... como siempre... como nunca... Mi boca se acercó a la suya... sabía a deseo y a morbosa lujuria... Mi mano, impulsada por el vapor del champagne bebido con exceso, se coló bajo su corto vestido y ascendió, codiciosa, entre sus muslos... Para mi sorpresa, y mayor regocijo, no palpé prenda que mantuviese a cubierto su húmeda feminidad...
Llegamos a nuestra planta... El enmoquetado pasillo amortiguaba nuestros pasos...

714... Introduje la tarjeta en la ranura... se encendió el led verde... y entramos en la habitación.

Tal como había indicado en la reserva, nos asignaron una suite muy amplia... La cama estaba flanqueada, a un lado, por un escritorio con dos lámparas... y, al otro, por un armario con puertas de espejo... A los pies de la cama,  dos sofás y una mesa sobre la que había una cubitera con una botella de champagne y dos copas...  Más atrás, un amplio ventanal que daba acceso a una terraza desde la que se podían contemplar las mejores vistas de la ciudad...

Pero no eran precisamente esas vistas las que quería contemplar...

Descorché el champagne y serví las copas... Brindamos... chín, chín... por una pasión sin límites...

Con un sensual contoneo, me indicó que le desabrochase su vestido. Se giró, dándome la espalda, y desenganché el broche...

Muy lentamente, bajé la cremallera del vestido... pero cuando aún no había llegado a la mitad del recorrido, se echó hacia atrás y con un ligero movimiento pendular, frotó sus nalgas con mi entrepierna...

- Vamos, Manolo, que se nos hace tarde...

Respiré hondo... No debía perder la calma... todavía...

Retiré de sus hombros las mangas... y el vestido cayó al suelo, dejando al descubierto toda su anatomía... Y aunque para nada era una visión inédita... debo confesar que cuanto más la observaba... más me gustaba... y más la deseaba...
Le comenté que se pusiese cómoda, ya que me gustaría grabarla. Para que pudiese desinhibirse, saqué de la maleta una máscara veneciana y se la ajusté con cuidado...
Eché las cortinas... y la habitación se quedó en penumbra. Encendí las lámparas de la mesa y las coloqué de forma que creasen una atmósfera cálida y suave... Para evitar sombras, situé una lámpara de pie justo tras el sofá... Saqué las cámaras, los mini-trípodes... y la GoPro. Porque es un engorro, pero hasta me habría traído el dron para registrar la ocasión... Quería combinar planos cortos con otros más amplios... sin interferir las escenas... pero sin perder ningún detalle.

Para configurar todo, le pedí que se echase sobre la cama... y que improvisase... Mmm... y vaya si improvisó... Se subió a la cama... y gateó graciosamente sobre el colchón...
Cuando llegó al medio... extendió los brazos hacia los lados, dejó caer su torso sobre la cama, separó sus rodillas y empezó a masturbarse con total descaro...
Ajusté el plano de la cámara que tenía sobre la mesa de forma que pudiese ver con claridad el exquisito plisado de su sexo...

Tras mover sus caderas a un lado y a otro, se giró lentamente, recostándose sobre la espalda... Con un descaro nunca visto... flexionó una de sus rodillas... y me miró con una extraña mezcla de provocación e inocencia...

Corregí la altura de la cámara del escritorio, tratando de recoger en toda su extensión la belleza de su cuerpo...

Por último, se sentó a un lado de la cama, se echó hacia adelante y empezó a juguetear con su lengua mientras se veía reflejada en las puertas del armario... Moví un poco la cámara que estaba en ese lateral y aumenté la intensidad de una de las lámparas para oscurecer el fondo y evitar que apareciese en las tomas todo el entramado audiovisual que había desplegado.

Y tras poner todo en marcha... me aflojé un poco la corbata y envié un whatsapp que tenía pendiente... Cogí la botella de champagne... rellené las dos copas... y me acerqué hasta donde estaba sentada... 

Sorbió la copa entera de un trago... y la dejó sobre la cama. Separó un poco las rodillas, y me empujó hacia ella. Mi entrepierna estaba a la altura de su boca... Podía ver su lasciva mirada a través de la máscara... Joder... estaba empezando a perder el control... Desabrochó mi cinturón, y de un certero tirón lo extrajo de las trabillas del pantalón... Blandiéndolo con una mano, hizo un además de agitarlo, a modo de látigo... Sus manos se dirigieron raudas a mi pantalón, para desabrocharlo... Mi polla palpitaba inflamada y nerviosa por su inminente liberación...
Pero no... aún no había llegado su momento, por lo que con no pocos esfuerzos, me retiré hacia atrás evitando males mayores.

Estaba un poco desconcertada por mi aparente frialdad... pero su gesto mudó en cuanto vio que me arrodillaba sobre el suelo... Se inclinó hacia atrás, apoyándose en los codos... y levantó las rodillas, invitándome a comer mi postre... Separé sus piernas... dejando expédito el acceso a su delicioso coño.

Mi lengua se afanó horadando su bisectriz... abriendo sus pliegues... hundiéndose en el húmedo valle de su sexo... Combinando parsimonia y precisión, mis labios libaron el néctar del deseo... mientras mis dedos jugueteaban traviesos con sus erizados pezones... Una corriente eléctrica debió recorrer su cuerpo, porque se estremeció violentamente... mientras de su boca brotaba un variado repertorio de excitantes obscenidades.

Le indiqué que se diese la vuelta... Situé uno de los almohadones bajo su vientre, de forma que sus caderas quedaron algo elevadas....  Busqué en la maleta aceite de masaje... y lo extendí generosamente por su espalda... sus muslos... y sus nalgas...

Mmm... ahora su piel brillaba como el alabastro... y olía a avellanas tostadas... Mis manos recorrieron su espalda.... desde los hombros... descendiendo juntas por su columna...  para volverse a separar en la curvilínea superficie de sus glúteos... Y entre bucle y bucle de caricias... de vez en cuando se hundían en la comisura de sus nalgas, dejando libertad a sus dedos para que, unas veces, se solazasen en las ardientes paredes de su sexo... y otras, explorasen las inmediaciones de su zona anal... Mmm... podía sentir como palpitaba su esfinter al sentir la insolente curiosidad de mi dedo corazón...

Hundí mi lengua entre sus nalgas... y esta recorrió el delicado fruncido que rodeaba a su ano...  Poco a poco, mi lengua se aventuraba cada vez más adentro... abriéndolo más y más...

Mmmm... su sabor era exquisito y su olor, embriagador...

Amplié el marco de operaciones descendiendo hasta su coño... cálido y húmedo como una selva tropical. Extendí todo lo que pude mi lengua, hasta alcanzar su clítoris... Percibí con agrado su dureza... Mi lengua caracoleó intensamente en su cima... que vibraba de placer... Diversifiqué mis actividades, presionando su ano con mi nariz...  y estirando mi mano hacia sus tetas... sobándolas impúdicamente...

Ella recibía mis estímulos (imagino que) tan complacida como yo estaba al regalárselos...  La acumulación de caricias y lametones, en su húmedo coño, en su exquisito culo... y en sus encrestado pezones provocó en ella un géiser, un volcán, un terremoto de sensaciones que concluyeron en sonoros puñetazos al colchón mientras profería ese imperativo "quieres follarme de una puta vez" que tanto me excitaba escuchar...

Saqué el plug anal que con premeditación y alevosía había llevado todo el tiempo en mi bolsillo... lo empapé en aceite... y se lo introduje con suavidad. Y con un leve azotito de aprobación en su sexo, le indiqué...
- Todo a su tiempo, darling...


Apenas había terminado de pronunciar mis palabras, cuando llamaron a la puerta... Llevándome el dedo a mi boca, le hice una seña para que se relajase... y que permaneciese en silencio... Tras darle un beso en la boca... le puse una venda sobre el antifaz, de forma que no pudiese ver nada de nada...

-¿Quién es?, preguntó algo intrigada

Le respondí, mientras me dirigía hacia la puerta....

- Es tu regalo...

No es asunto mío...

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Tras los excesos de la barbacoa, el relax se adueñó del jardín...

Tú y tu amiga, tumbadas al sol, bronceándoos; su hermano, refrescándose en la piscina; y yo, tratando de luchar contra la modorra en la tumbona...

Me dormí; no sé por cuánto tiempo...

Me desperté al oir cómo te levantabas... y cómo él salía de la piscina.

Fingí estar dormido, pero me picó la curiosidad al ver que te seguía hacia el interior de casa...

A través de las cortinas del ventanal que da al jardín, pude ver cómo entrabais a la cocina. Estoy seguro de que notabas sus pasos, detrás de ti, muy cerca.

Me incorporé y, con sigilo, os seguí, manteniendo la distancia. Me oculté tras la puerta para, sin delatar mi presencia, observaros a través de la rendija.

Te detuviste delante del frigorífico. Él hizo lo propio... pero a escasos centímetros de tu espalda... No hiciste ademán de volverte cuando escuchaste cómo se despojaba de su bañador, mojado aún por el chapuzón que acababa de darse... Pude sentir, con claridad, cómo se aceleraba tu respiración...
Avanzó hacia ti... Desató la braguita de tu bikini, que cayó al suelo, y comenzó a sobarte con su mano derecha. Conociéndote como te conozco, intuyo que tu coño debió humedecerse rápida y abundantemente... 
Empezaste a mover tus caderas, como si bailases lentamente, apretando tus nalgas contra su polla, que, ante tal honor y privilegio, comenzó a inflamarse, desafiante, muy llena de deseo, con la evidente intención de penetrarte...
Y todo lo que siguió, ya fue cosa vuestra...

... y aunque no era mi asunto... fue muy excitante contemplarlo...

Rebelde...

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Tras todo un largo día posando y grabando en Marrakech, regresas al hotel dispuesta a relajarte y descansar...

Al entrar en la habitación, te extraña el vapor de agua que asoma bajo la puerta del baño...

Indagas... ¿quién será?

De la nube de vaho que rápidamente se disipa surge una silueta masculina...

Por suerte para mi, soy yo... desnudo para ti... con mi cuerpo y mente totalmente abiertos para lo que surja, sin más límites que nuestra imaginación... y nuestro deseo...

Entras...

El vapor humedece tu piel y la adorna de minúsculas gotitas... No puedo resistirme... empiezo a comerte...
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Tras juguetear traviesamente a lo largo, ancho y profundo de tu deliciosa anatomía, te sugiero, a continuación, que te tumbes sobre la cama, en posición de oración, mirando hacia La Meca...

Como no podía ser de otra forma, tu rebeldía te hace deshechar mi sugerencia... Y no sólo eso, sino que de un buen empujón me tumbas sobre el colchón, boca abajo. Y sin tiempo de que pudiera mirar hacia atrás, tus piernas se anclaron a mi cuerpo en tal posición que anulan cualquier posibilidad de volverme.

La almohada, y no La Meca, es ahora lo que veo.

Decido no luchar, y me relajo...

Te sientas sobre mi espalda, apoyando tus nalgas en la concavidad de mi curva lumbar, y aunque no puedo verte, te imagino mirando hacia el frente (que es el dorso de mi torso) cual amazona cabalgando a su montura... bdsmlr-35704-xrw9zcgnsz

De pronto noto la suave caricia de tus pezones recorriendo mi espalda... bdsmlr-820233-3gj5eozqvy
Me excitas... lo sabes...

Y mi excitación provoca que esté a punto de perder el control... pero aún no es el momento de perderlo...

- ¡Quieta!... te grito, consciente de que tu rebeldía convertirá mi orden en una simple sugerencia.

Con todo, el tono inesperadamente alto de mi ruego te paraliza momentáneamente...

Poco a poco vas elevando tu cuerpo sobre el mío a la mayor distancia que dan tus brazos y fémures de mi cuerpo.

Giro sobre mi mismo, y me deslizo bajo el pórtico de tu gloria.

Ahora, tengo al alcance de mi boca el delicioso manjar de tus pechos, cántaros de miel... que reververeyan sobre mi... No puedo evitarlo, y caigo en la tentación de comerlos...

Retuerzo mi brazo hasta conseguir que la palma ahuecada de mi mano se deslice pegada a la bóveda de tu vientre hasta sentir el roce semiáspero de tu recién rasurado vello púbico.

Mi mano avanza y también mi excitación. Hundo mi (dedo) corazón en las medianías de tu sexo, que se abre como las aguas del Mar Rojo ante Moisés.

Noto la suntuosa viscosidad de tu deseo empapando mi mano.

Tu coño hambriento atrapa también mi dedo índice, que se une al corazón en rítmica agitación, como si tratasen de alcanzar los límites más profundos de tu sexo. bdsmlr-281037-4imtwjbjqf
Flexiono los dedos hacia mi, pegándolos a la tenue y rugosa pared que separa tu vagina del hueso púbico...

Algo me dice que si combino roce y presión va a gustarte...

Y vaya que si lo hace...

Una súbita descarga de abundante flujo rebosa por los labios de tu coño mojando la cara interna de tus muslos...
Mmm... me encanta sentir el tacto de tu humedad... y su sabor... y su olor a hembra caliente... a mujer pantera que lo quiere todo para ella... y que no se detiene ante nada... ni nadie. Mordisqueo con fruición tu pezón, quizás con demasiado ímpetu...

Tu cuerpo se estremece, y temo que se derrumbe sobre el mío, lo cual me obligaría a usar mi polla para apuntalarlo... cosa que no pretendo todavía.

El temblor que genera la excitación se propaga por tu vientre hasta alcanzar tus tetas, que tintinean graciosamente como campanas repicando.

Elevo un poco mi boca, hasta aprisionar uno de tus pezones con un suave mordisco.

Me encanta su textura, su dureza, el color de tu areola... Succiono con intensidad, mamando con ansia, hasta conseguir que secrete un elixir de complejo sabor.

La codicia me lleva hasta el otro pezón... a la vez que continuo hurgando en tu sexo...
Gritas y das un respingo, retirándote hacia atrás, movimiento de evasión que me deja con la miel de tus tetas en los labios...

Tu insolencia provoca mi azote que tiñe de rosa la pálida superficie de tus nalgas...

- Te he dicho, ¡quieta! 

Pero se ve que la obediencia no es lo tuyo...

Porque al poco de apagarse el sonido de mi orden, y con el encanto con el que sueles adornar tu rebeldía... deslizas una tus manos por mi abdomen hasta lograr el contacto con mi cada vez más inflamada y desafiante polla, y me susurras...
bdsmlr-195279-yfdeayzxg5- Ahora, quietecito... porque voy a follarte... un poquito.

Correrme sobre ti...

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Ya no podía aguantarne más... y bastante fue, para el excitante repertorio de posturas lascivas, gestos obscenos y juegos perversos que me ofreciste desde el primer momento.

Levantaste tus caderas... poco a poco... hasta liberar a mi verga de la cálida prisión de tu sexo...

Te echaste hacia atrás, descansando tus nalgas, humedecidas por una mezcla de sudor y deseo reciente, sobre mi abdomen...

Tu mano izquierda tomó el control de mi polla...

Tu espalda impedía que viese nada de lo que me estabas haciendo... así que cerré mis ojos... y me dejé llevar por las sensaciones...

Y sentí... sentí como apretaste tus dedos sobre su contorno, transformando lo que era una caricia inicial en un estrangulamiento en toda regla...

Me gustó...

Comenzaste a agitarla... suavemente al principio... aumentando poco a poco el ritmo...

Abriste tus piernas... separándolas...  y comenzaste a masturbarte, usando mi convulsa y palpitante polla como si de un consolador se tratase...

Sentí cómo te excitabas... cómo movías tus nalgas, deslizándolas sobre mi vientre de adelante hacia atrás... y cómo un torrente de placer viscoso brotaba de tu sexo.

Te sujeté por las caderas... para que no perdieses el equilibrio mientras combinabas con destreza sin igual tu paja con la mía... y la mía con la tuya.

Joder... qué placer tan intenso sentir cómo golpeabas tu sexo con el mío...  cómo hundías mi polla entre los empapados labios de tu coño para llevarla, con inusitado vigor, hasta las cercanías de tu abultado clítoris... con la intención de doblegar su insolente dureza sin piedad ni miramientos...

Y claro... tanto fue mi cántaro a tu fuente... que no tuve más opción que correrme sobre ti... 

Arriesgar es ganar...

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Sólo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos 
pueden descubrir hasta dónde se puede llegar.
T. S. Eliot

Estaban ocupados recibiendo al resto de invitados...

Como yo era de confianza, besé y pasé.

Mi amigo Quique dijo:
- La de allí es Berta, mi hermana. Preséntate tú mismo.

Me acerqué...

Y sin mediar palabra, algo me llevó a obviar los dos besos de rigor y apretar su precioso pecho.

Ella no reaccionó.

Arriesgar es ganar.. y así fue...

Berta...

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La osadía del invitado me perturbó -¿por quién me había tomado?- y me gustó a partes iguales...

El contacto de su mano en mi pecho, aceleró mi pulso y generó una intensa sensación de calor que recorrió todo mi cuerpo...

Imagino que se dilataron mis pupilas... haciendo que brillase mi mirada...

Abrí levemente la boca, y mordí con sutileza mi labio inferior... que se humedeció al escapar inoportunamente un poco de saliva...

Pero lo que se humedeció de verdad fue mi sexo... especialmente cuando su dedo presionó mi pezón... Estaba totalmente excitado... y abierto... y caliente... y daría un Potosí porque fuese penetrado ya mismo... violentamente incluso.

Él quería más... y su mano izquierda quiso invadir las curvilínea superficie de mis nalgas... Pero aún no había hecho méritos para disfrutar de tal premio...

No...

Impedí con un sonoro golpe en el anverso de su palma la impertinente invasión... y tomé la iniciativa contraatacando con una incursión precisa y certera a su entrepierna...

Palpé su polla... tomando buena medida de sus formas y de sus supuestas habilidades...

Sí...

La calidad del género era buena...

Así que me incliné hacia adelante... acercando mi boca a su oído... y le susurré...

- Un placer conocerte... soy Berta

Ricardo y Brigitte...

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Cuando ya estábamos a punto de cerrar nuestro "negocio", regresó inoportunamente Quique.

- Berta, hermanita, permíteme que te robe unos minutos a Ricardo. Quiero presentarle a uno de mis socios

Mientras nos dirigíamos al interior de salón, acercó su boca a mi oído. Supuse que pretendía compartir conmigo información confidencial sobre su socio. Pero no... Lo que susurró, para mi sorpresa, fue un impertinente:

- A mi hermana, ni la toques, cabrón.

Intenté zafarme de la insolente consigna con ironía:

- Tranquilo, hombre. No le tocaré ni un pelo - pronosticando que, caso de tocarla, estaría totalmente depilada... y rasurada.

Copa en mano, estuvimos hablando unos minutos con su socio: François Courrèges, un tipo menudo, algo enclenque y bastante joven para tener un curriculum empresarial tan amplio como aseguraba en su perfil de Linkedin. Le acompañaba quien presentó como ma femme, Brigitte, aunque por la evidente diferencia de edad bien podría ser su madre; bien conservada, rubia, algo más alta que él, tanto en estatura como en clase, mirada intensa y con un punto morboso de dominatrix cougar.

Y es que el calentón inicial con Berta me había "sacado de punto". Cuando tenía que estar concentrado en venta de activos, EBITDAs y alianzas estratégicas, mi mente, quizás nublada en exceso por los vapores de The Botanical's, fantaseaba con llevar a la planta superior a Berta, meternos en una de las habitaciones, arrancarle la ropa con violencia y follarla apasionadamente...

Y mientras Quique y François platicaban aburridamente sobre sus ambiciosos proyectos, observé cómo Brigitte me miraba sin pestañear y arqueaba sus cejas hacia la derecha, señalando la puerta del jardín.

Y si ya no eran suficientes mis lúbricos pensamientos con Berta, ahora surgía de la neblina del deseo la morbosa silueta de Brigitte, la Femme, solicitando mi atención... y quién sabe si más cosas...

Berta y el voyeur...

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Berta, a cierta distancia, observó como Ricardo y aquella femme fatale rubia abandonaban el salón rumbo al jardín. Un arrebato de malsana curiosidad le impulsó a ocultarse tras las cortinas para observarlos...

Le sobró tiempo para confirmar, tanto por el lenguaje gestual de ambos como por la forma de tocarse al hablar, al reír, al ronear, que tenían demasiada confianza como para no haber tenido un affaire previo ya antes de aquella noche.

>Y así, Berta fue consciente de que acababa de tocar la polla a alguien de quien ni sabía el nombre, y que ahora ese alguien charlaba animadamente con una francesita cincuentona a la que, con toda probabilidad, acabaría follando en alguna de las habitaciones de la casa familiar...

Qué curioso... sentía celos de un subnormal al que apenas conocía por tontear con una rubia petarda, y cuya osadía había provocado que se empapasen sus bragas.

Gracias a que aún tenía algo de ropa en la antigua casa familiar, y tras maldecir a los capullos de los hombres en general y a aquel jeta en particular, subió a su antigua habitación, a buscar recambio para su mojada ropa interior.

Mientras avanzaba por el pasillo, Berta percibió una extraña sensación: era como si alguien la estuviese siguiendo. Se detuvo en la puerta y se quedó en silencio, tratando de confirmar la presencia del misterioso acompañante. Pero la algarabía de los invitados de la planta baja impedía cualquier intento de identificación acústica. A pesar de estar convencida de que allí merodeaba alguien, decidió entrar en su antigua habitación.

Todo parecía seguir en su sitio, menos los almohadones del cabecero, que siempre estaban, para ella, mal colocados. Al ordenarlos, encontró el antifaz con el que solía dormir cuando trasnochaba. Como si de unas gafas de sol se tratase, se lo colocó en la frente, y para ver cómo le quedaba, avanzó hasta el espejo de pie que había en la entrada. Se miró, se requetemiró... puso morritos y posó en plan selfie de influencer. Y tras darse un "visto buena", comenzó a rebuscar en los cajones del armario.

Allí encontró unas preciosas braguitas de encaje de color granate, quizás algo pasadas de moda para lo que es el actual estándar minimalista del G-string. Se subió la falda y empujó la ropa interior empapada muslos abajo, hacia los tobillos, moviendo rítmicamente sus hombros, e inclinando su cuerpo hacia adelante, como si de una caña de bambú mecida por el viento se tratase.
Y después de una coordinada secuencia de movimientos circulares de ambos pies, la húmeda lencería salió disparada, finalizando su vuelo en la repisa de la cómoda...

Tras recogerlas... se fijó en el primer cajón de la cómoda... Intentó abrirlo, pero algo lo impedía... Recordó que se trataba de su cajón secreto, que sólo podía accionarse apretando una moldura en el lateral del mueble. Activó el mecanismo y, oh, sorpresa, allí apareció su colección de juguetes prohibidos que tantas noches de placer le habían regalado. El azar decidió que asignase a su dildo de vidrio templado rosa realizase la clandestina misión de proporcionarle, allí y ahora, un profundo orgasmo que le hiciese olvidar las recientes penas... y penes...
Tras despojarse de la blusa y la falda, se sentó a los pies de la cama. Apoyándose en sus manos, inclinó un poco su cuerpo hacia atrás y separó levemente las rodillas...  Desde allí, podía verse reflejada en el espejo de pie.

Se miró... con calma... y de arriba a abajo.

Y entre mirada y pensamiento, se percató de que en el espejo se reflejaba la sombra de alguien que la observaba oculto tras la puerta de la habitación...

¿Pero quién era? ¿y por qué la miraba?

El morbo de ser vista, espiada, contemplada, la excitó aún más...

Para evitar que un inoportuno cruce de miradas generase temor en alguna de las partes y diese al traste con la situación, se enfundó el antifaz...

Separó un poco las rodillas, dejando expuesto su sexo... que volvía a humedecerse al fantasear con la posibilidad de que el voyeur estuviese excitándose con sus encantos. 
Llevó una de sus manos a su entrepierna, y sus dedos comenzaron a hundirse en los pliegues de sus labios... y moviéndolos siguiendo un patrón de intensidad creciente, comenzaron a agasajar al clítoris con caricias circulares de hipnótico placer...

Se aplicó a fondo... Se imaginaba obscena, y encantadora, rozando y apretando el clítoris, cada vez más abultado, dejándose llevar por el deseo...  Cuando ya estaba a punto de sentir el latigazo del orgasmo, extendió una de sus manos, palpando con ansia la superficie de la cama en busca del dildo rosa...

Sus pezones, sensibles a la excitación del momento, las suaves cimas de sus tetas enhiestos y cada vez más duros... Mmm... lo que daría porque la boca furtiva de aquella presencia extraña se abalanzase sobre ellos y los mordisquease allí mismo....
Y justo cuando iba a introducirse el dildo en el coño... sintió un escalofrío al confirmar auditivamente que la furtiva presencia se adentraba en la habitación, cerraba la puerta y se detenía justo enfrente de ella...

Alguien más...

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Los latidos del corazón de Berta se acerleraron...

Simultáneamente, una sensación en la que se mezclaba cierto desasosiego con una intensa excitación comenzó a manar de su sexo...

Para aplacar la tensión, decidió recostarse sobre la cama, separando sus piernas y exponiendo su coño... para dejar claro a quién quiera que fuese que iba a dejarse hacer...
El voyeur recibió el nítido mensaje... y transformó la aparente pasividad del que contempla en la distancia, en activa participación en el tablero del juego del deseo...

El extraño se acercó hasta los pies de la cama y separó aún más sus rodillas...

Berta, cubierta aún con su antifaz, pudo percibir con meridiana claridad el olor a vodka, arándanos, cuero y tabaco de su desconocido acompañante. Un chispazo de lujuria iluminó su cerebro: era Ricardo...

Joder... ¿qué demonios estaba haciendo allí? Ufff.... el morbo un repentino torrente de flujo que empapó su sexo y la colcha de la cama...

Imaginó su mirada... quizás clavada en los rosados y brillantes labios de su vulva... abiertos obscenamente... deseando ser penetrados... O quizás contemplando su abultado y palpitante clítoris... implorando ser acariciado por una lengua invasora... o mordisqueado por una boca experta y libidinosa.

- Mírame bien... cabrón... fíjate bien en la exquisita belleza de mi coño... fíjate en su perfecta simetría... en la intrincada delicadeza de sus pliegues... en la cuidada decoración del vello público... en el olor que desprende como hembra caliente y cachonda que estoy... - pensó Berta para sus adentros.
El silencioso acompañente extendió su mano... y como el mismísimo Dios de La Creación de Adán, de Miguel Ángel, rozó con su dedo la bisectriz de su sexo, recorriéndolo desde la cima de su clíoris hasta los ocultos confines de su zona anal...

Berta no pudo evitar emitir un gemido que rompió el silencio que rodeaba la escena...

Su explícita muestra de excitación fue premiada con una incursión rápida y certera de la boca de su compañero de baile a sus tetas... a sus pezones... Estos fueron lamidos, saboreados y mordisqueados, de izquierda a derecha... y de derecha a izquierda... sin distinción de ideologías... ni cuotas...

La impaciencia comenzaba a devorarla... ya no quería más estímulos... más prolegómenos... más jueguecitos. Lo que quería es que la follase de una puta vez... con deseo... con fuerza y vigor...

Y como su hubiese una conexión telepática con su socio... éste se levantó y se puso en pie...

El lento sonido de la cremallera del pantalón le anunció que el momento había llegado... y que ahora tendría que ser ella la que pusiese bien firme y a tono toda la artillería pesada que se escondía en la entrepierna de aquel hombre...

Su intuición femenina le anticipó que él se estaba masturbando... y eso la puso extremadamente cachonda... Allí estaba ella, con las piernas abiertas, deslizando sus dedos por su coño... tocándose sin miramientos... liberada por su antifaz de la censura de la mirada... masturbándose ante un desconocido que también estaba pajeándose... en su honor...

Y es que no hay mayor deseo que sentirse deseada... codiciada...

Berta estaba embriagada, y muy caliente y empapada, en una nube de lujuria... Pero lo que no sospechaba... es que allí, oculta en la puerta de su habitación, alguien más les acompañaba...

Desconfinamiento y transición a la nueva normalidad...

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Demasiado largo ha sido el tiempo que me ha impedido deleitarme con el sabor de tus besos, o con el travieso cosquilleo de tus dedos explorando mi piel... Sí... demasiado...

¿Y qué hacer si no podíamos salir de casa?

Por suerte, somos personas con recursos... y un par de amigos que, como no pocos, huyeron al principio de la pandemia...

Un breve llamada bastó para confirmar que seguirían en la costa hasta fin de mes... así que no habría problemas en hacer una visita a su casa para, tal como me pidieron antes de huir, echar un vistazo a su interior y al jardín... Y eso es justo lo que iba a hacer: ver el interior y el jardín, pero de tu exquisita anatomía...

Apenas franqueamos la puerta, aplacamos en el hall las ansias y deseos acumulados por el confinamiento. Mi mano se coló bajo tu vestido, sin encontrar prenda que protegiese tu empapada intimidad... Con diligente destreza, me despojaste de pantalón y camisa... y yo, para no ser menos, hice lo propio con tu ropa... Y sin más dilaciones ni contemplaciones, follamos con entrega y pasión, mezclando miradas de fuego y alaridos... y percutiendo el uno en el otro como si de dos animales en celo se tratase.

Temporalmente saciados tras la refriega inicial, decidimos explorar el interior de la casa...

Nuestra desnudez era un acto de rebeldía justificado por todas las limitaciones pasadas... No por caballerosidad, te cedí el paso en las escaleras con la nada oculta intención de deleitarme contemplando el suave vaivén de tus caderas... mientras me regocijaba examinando con detalle cada rincón y curva de tu contoneante silueta...

Curioseamos por la alcoba y el baño... No nos convencía mucho la idea de mancillar su dormitorio...

Subimos a la última planta... y descubrimos que los muy pillines ocultaban en la buhardilla una sauna...

Busqué y rebusqué... y encontré las piedras y la estufa...

Puse todo a punto...

Y mientras esperábamos a que se las peridotitas se calentasen... comprobé para mi gozo y mayor gloria que tu boca empezó a devorar mi sexo... En estas situaciones, como sabes, prefiero no interferir y dejarte hacer... Pero esta vez quise romper las costumbres, y en una de tus acometidas, la retiré bruscamente... Tu expresión era la de una niña enojada porque le habían quitado el juguete... Mmm... y aunque me encanta verte así, me gusta más contemplarte en acción. Y fue por eso por lo que, sujetándola con una mano, la llevé otra vez a tu boca no sin antes pintar con ella tus labios con una expresión de deseo...

Ahora, ya está otra vez en tu boca... Deslizas una de tus manos por mi entrepierna... La insolencia del más curioso de tus dedos roza en un resorte que sólo tu concoes y que me produce una sacudida de placer... Joder... no tardo nada en volverme a correr... y esto a pesar de la descarga previa en el hall...

Cuando recupero el aliento y la consciencia, compruebo que la sauna ya está lista...

Nos sentamos en el banco, uno enfrente del otro... Cojo un poco de agua con el cazo y la dejo caer sobre las piedras. El vapor que se genera es intenso... pero no puede nublar el brillo de tus ojos de gata.

Apoyas la espalda en la pared... echando tu cadera hacia adelante... separando las piernas.... acomodando tu postura y provocándome... a partes iguales...

Las gotas de sudor adornan tu piel como si fuesen perlas... y resbalan hacia abajo...

Qué sensación más placentera... humedad, calor... y tú.

Te observo... Ya sabes que me encanta mirarte...

De pronto... una gotita de sudor sale de tu cuello... Corre río abajo... colándose entre tus tetas... cuyas cimas erizadas llamean reclamando una caricia, o un mordisco...
Tu vientre canaliza el sudor hacia el abismo de tu sexo... abierto como una flor resplandeciente por la mezcla de humedad y excitación...
Me miras... pero mi mirada está clavada en el rocío que adorna tu coño... 

Separas aún más las piernas.... y dejas caer la rodilla sobre el banco... dejando aún más expuestos tus encantos...

Marcas el tempo de los acontecimientos, dominando la situación... 

Y constatas que mi polla no oculta ya sus intenciones que son las tuyas... 

Es obvio que lo que ha de ser... será.

Vuelve el alfarero...

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Estoy cansado de esta incertidumbre, de este impasse en el que nos ha sumido el puto virus chino. La pandemia, la desconfianza, la distancia social socavan nuestra moral, nuestra cartera y, sobre todo, nuestra salud. 

Deseo que pronto se acaben estas absurdas limitaciones a nuestra libertad, para nada basadas en evidencias científicas o, al menos, en un consenso de verdaderos, variados y reputados expertos. Y es que estamos en manos de políticos infames, mediocres... cuyo único objetivo es enriquecerse saqueándonos. No les importamos nada; ni los que estamos, ni los que por su nefasta gestión se han ido. Espero que tengan pronto su merecido... y que lo “disfruten” en el infierno... y que yo lo vea pronto.  

Disculpas por esta negatividad... 

Debo apartarla... para permitor que este espacio siga estando repleto de energía positiva... Sí... cerraré mis ojos y me dejaré llevar.... 

Ahora mi mente está libre de ataduras y de limitaciones. Ahora puedo pensar en lo que quiera, imaginando lo que desee... por muy loco e inverosímil que parezca... por muy prohibido que sea. En mi imaginación no hay barreras ni puertas cerradas, ni censura ni miedo, ni preguntas ni respuestas... Es un espacio abierto donde fluye la libertad, la huidiza y escasa libertad... de pensamiento, eso sí (algo es algo).

Y mi libertad de pensamiento me traslada a una playa desierta... Paseo desnudo por la orilla, mojando mis pies, acompasando mis pasos y mi respiración al ritmo de las olas. Inspiro profundamente. Siento una intensa fragancia marina... con notas de espuma, arena y salitre...

De pronto, sinto que mis pies se hunden: la arena se ha convertido en un espeso limo. Miro a mi alrededor: he llegado a una laguna...  En otras circunstancias daría un rodeo, evitando mancharme o ensuciarme... Pero hoy, no. Hoy soy libre... y no me importa embadurnarme y revolcarme en el fango... Hoy puedo hacer lo que quiera, como quiera, con quien quiera y cuanto quiera. Y voy a hacerlo, desde luego que sí...

Extiendo el lodo por mi piel... por mis piernas, por mis muslos, por mi polla... Sigo untando mi vientre, mi pecho, mi cara... mi pelo. Mi mano vuelve a visitar las inmediaciones de mi sexo... lo acaricio, recorriéndolo lentamente, de arriba a abajo... aplicando el limo por todo su contorno y longitud...  Hace calor... y al poco, el Sol endurece la argamasa inmovilizando mi falo... Aunque la sensación de presión es placentera... soy zahorí... y siempre busco la humedad... Vuelvo a untar mi polla, cubriéndola de barro, apretándola como si mis manos fuesen un coño hambriento de deseo... Oh... el puto deseo... qué escurridizo es.... tanto, como la libertad.

Me tumbo de espaldas en la orilla... apoyando mis codos en el suelo e irguiendo levemente el tronco para contemplar el mar... 

Veo que alguien se acerca... No puedo ver bien de quién se trata...  Quizás quiera algo... o no. Me da igual... estoy dispuesto a compartir este momento tanto si me regala una sonrisa... como un silencio.

Sigue acercándose... y percibo mejor los detalles de su pelo... de su silueta... y de la desnudez de su cuerpo. Y de pronto, siento el chispazo... ese chispazo intenso e incontrolado que inflama mi polla de desbocado deseo...

Sí... no hay duda... ha vuelto el alfarero...

Think dirty...

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Confinamientos, restricciones... limitaciones.

Si antes resultaba complicado encontrar un momento en el que liberar la pasión y dar rienda suelta a las fantasías, ahora todo resulta más difícil...

Estamos bajo sospecha... cuando nos acercamos a alguien no sabemos si estará o no "contaminado"... si un encuentro tendrá otras repercusiones aparte de las previstas inicialmente...

No sabemos... y la ignorancia, si bien en otras ocasiones es sinónimo de felicidad, en este caso es perjudicial.

Pero no podemos quedarnos quietos... no podemos aceptar la imposición de medidas absurdas que no buscan solucionar nuestros problemas, sino facilitar la permanencia en el poder de los inútiles que nos gobiernan.

No...

No debemos ser obedientes, sumisos y dóciles ante quienes no tienen capacidad ni talento...

Somos la resistencia que lucha por la libertad... Porque somos (y debemos ser) ante todo libres...

Y es que me encanta la libertad; libertad de pensamiento, de acción... obviamente asumiendo la responsabilidad de mis actos.... y de sus consecuencias.... porque soy consciente de que mi libertad puede entrar en conflicto con la de otros...

Somos seres sociales... buscamos el contacto, el diálogo, la ayuda, la compañía... el complemento..

Y aquí estoy ahora... paseando por esta playa de espuma y salitre, oteando el horizonte, escudriñando el firmamento, lanzando mensajes en una botella a la espera de que alguien los lea y le hagan entrar en resonancia para activar la imaginación, la fantasía... y el deseo.

Y es que el deseo se enciende con pensamientos libidinosos... calientes... transgresores... obscenos, sucios... sin límites ni tabúes...

Así que pensaré algo "sucio"...  Lo mismo alguien sintoniza mi frecuencia y siente un chispazo que encienda su deseo...

Mmm... ya empiezo a percibir algo...


Por fin, el puto placer...

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Ya se avista el principio del fin...

Atrás quedarán las precauciones...

Y se podrá follar sin normas no complicaciones... 

 Seremos, como fuimos, seres puros de luz y deseo, 

animales en celo,  volando, juntos, hacia el cielo... 

y ardiendo, juntos, en el fuego del infierno.


Y todo empezará como siempre... comiéndonos a besos en la entrada...

Me llevarás de la mano hacia tu alcoba... contoneándote, provocativa, mientras caminas...

y sabiendo, sin mirarme, que mis ojos se deleitarán resbalando entre tus nalgas.

Arrancarás mi ropa... dejándome desnudo y expuesto... 


 

Contemplaré tu cuerpo de pecado, tus labios de fresa y tu mirada de fuego. 

Mi sexo se inflamará, naturalmente, delatando mi excitación... y deseo.

No tardarás en empujarme, violentamente, hacia el colchón...

separando mis piernas para despejar el acceso de tu boca, 

tu lengua y tu calenturienta imaginación

al exquisito manjar que sin prisa ni pausa saborearás. 

Cierro los ojos y me dejo llevar....

Siento todos y cada uno de tus sorbos de lujuria 

Me impulsan muy fuerte, muy lejos, muy alto... 

justo hasta donde se ocultan esos placeres primarios

que plantean el dilema de si es mejor resistirme a tal tortura...

o caer rendido, sin más, desbordándome en tus labios...

No... aún no es el momento... Debo resistir....


Ahora te encaramas sobre mi... dándome la espalda...

Me deleito observando como tus dedos dirigen 

mi polla para ensartarla en el húmedo edén

que se esconde entre tus muslos.  


Dejas caer tu cuerpo sobre el mío...  Tu coño está caliente... y muy húmedo.

Siento cómo aprisiona mi verga...  envolviéndola en un brillante manto de espeso deseo.


Me cabalgas suavemente... al paso...  Me gusta...

Como experta amazona, consigues que tu montura 

se acople perfectamente a tus movimientos... a tus órdenes... 

Cambias de aire, incinándote levemente hacia adelante...

apoyando tus manos en mis tobillos...

rozando con tus pezones mis muslos y rodillas.

 

Aceleras el ritmo del vaivén de tus caderas...

No puedes verme, pero sabes que mi libidinosa mirada 

estará recreándose con el espectáculo de tus trémulas nalgas.

No puedo resistirme a acariciarlas, a manosearlas... 

y a separarlas hasta dejar al descubierto 

el exquisito fruncido que rodea a tu ano...

Lo acaricio con uno de mis pulgares... 

Un gemido revela que te gusta... 

Me provocas separando tus nalgas con tus manos...

Mi pulgar obedece... y se hunde dentro de ti.

 

El estímulo digital aviva el trote y lo convierte en galope.

Percutes en mi con violencia... 

llevando al límite el contacto en el ascenso, 

y empujando, en el descenso, 

tu cuerpo hacia adelante...

frotando con vehemencia 

tu abultado clítoris en mis huevos...


Sin liberar mi polla de su prisión, te giras sobre ti misma.


Por fin puedo verte... y tu a mi... 

Sin solución de continuidad, retomas el galope...

... pero este se desboca... 

Estás fuera de control...  y me gusta...

Tu boca escupe obscenidades, improperios e insultos...  

que escandalizarían a los profanos en estas lides...

Golpeas mi pecho con tus puños... 

Alivio el dolor del castigo acariciando tus tetas... 

pellizcando tus pezones... y azotando tus nalgas...


Y de pronto... desde lo más profundo de tus entrañas surge el signo, 

la señal de que estás lista para recibir mi deseo...

Por fin, mi pasión se desborda dentro de ti...

Joder... 

Por fin... el puto placer... 

Lo llevas claro, morena...

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Me encanta contemplarla 

deteniéndome en cada milímetro de su piel,

en cada delicado paraje de su anatomía,

en cada curva de su excitante silueta.

 

Estimula mi imaginación con su halo erótico,

con cada gesto... cada mirada... cada sonrisa...

con cada oscura hebra de su antes alborotada,

y ahora recortada, melena.


Es el objeto de mi deseo... y el deseo de mi objeto.

con su exquisito equilibrio de carne delicada,

dulce y sabrosa a la que regar con besos 

y con suaves caricias,  y la peligrosa,

que incita a la tentación del magreo lúbrico, 

a la profanación violenta, al descontrol y al exceso. 

 

Me encanta contemplarla, verla sobre mi, cabalgando

frenéticamente en un loco galope de obscena lujuria,

que la ensimisma hasta hacerla volar en una espiral

de loca pasión húmeda, de exabruptos groseros que retan,

que provocan, que exigen una contundente respuesta.


Disfruto viéndola en acción... vestida para matar de placer

al quién se cruce en su camino... al que esté dispuesto

a ser devorado, a ser dominado por el insaciable deseo

que desprende la infinita lascivia de sus labios morbosos,

de su lengua obscena, de sus afilados pezones enhiestos... 

de su frondoso, hambriento y húmedo sexo... 


Sí... me encanta mirarla...

Y lo bueno es que a ella no le gusta que la mire...

Pues lo llevas claro, morena...

El Nota...

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Hacía tiempo que no íbamos a un concierto de "El Nota"... A ella le encanta, y a mi me parece un gilipollas. El caso es que desde hace mucho tiempo, Saibeth es su Fan número 1. Se sabe todas y cada una de sus canciones... y no hay ducha que se precie en la que no las tarararee... Y aquella noche, entre cervezas y licores, las cantó y bailó como nunca... 

Cuando aún resonaba el eco del último bis, nos dirigimos al backstage. Mostramos el pase VIP a los de seguridad, y entramos en el camerino. Allí estaba El Nota, sentado junto a su pareja y manager, Suzy, y los músicos... tomando unos copazos entre el humo de su habitual cirgarrito de la risa post-concierto. En cuanto nos vio, sonrió, se levantó y se acercó a nosotros, o quizás a ella, más bien. Pretendiendo moverse like Jagger, se plantó delante de ella contoneándose como un pavo en celo. La abrazó, la besó y antes de que la rebesara, me interpuse agarrándole por el brazo y ofreciéndole mi mano en gesto de saludo pero intentado poner un punto de ruptura a aquella estrafalaria patochada.

Esa noche, como todas, El Nota tenía ganas de marcha (marcha, queremos marcha)... Tras conversar Suzy y el resto de la banda, nos invitó a unirnos a ellos y tomar algo en el único bar que encontramos abierto. Entramos, pedimos... y charlamos. Saibeth estaba entusiasmada escuchando las historias de El Nota... y el Nota estaba encantado siendo el centro de atención de su obnubilada Fan número 1. Eran un claro ejemplo de un Win-Win... ¿o quizás de un Fuck-2-Fuck?

El Nota se vino arriba... Se levantó del taburete y, moviéndose como un engreído gallo en su corral, la cogió de la cintura y empezaron a bailar...  mientras sonaba "solo te vas a quedar"... Empecé a pensar que mi menda estaba convirttiéndose en un Loser en ciernes. 

El hijueputa se arrimó aún más con el suave ritmo de "Morena mia", restregándose lascivamente... No salía de mi asombro al ver semejante descaro... pero bueno, éramos liberales y abiertos... y nada hay que reprochar cuando no hay engaño ni mentira...    

"Morena mia, voy a contarte hasta diez, No es el sol que te alumbra,
Dos tus piernas que matan, somos tres en tu cama. Tres
"

El Nota, cuyo oficio era saberse letras de canciones, demostró sus dotes canturreándosela al oído, alternado el izquierdo y el derecho, mientras pasaba en vuelo rasante sobre su boca...

"Cuando tu boca, me toca, me pone y me provoca,
Me muerde y me destroza, toda siempre es boca
Y muevete bien..."

Y justo en ese preciso momento, El Nota hizo una pausa nada dramática, me miró... y metiéndole la mano por el escote con la intención de sobarle una teta, remató el verso espetándome un interrogante "¿que nadie como tu me sabe hacer...? Al que respondí con un "café" cargado de mala leche.

Ante aquella declaración de intenciones... busqué con mi mirada a Suzy... Y tras el contacto visual y el acuerdo tácito expresado en forma de un breve arqueo de cejas de interrogación y otro de respuesta confirmatoria, me preparé mentalmente... porque la noche iba a ser muy, muy larga...

Cómeme el coño...

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Viendo que Saibeth y El Nota estaban entretenidos, me acerqué a Suzy. 

Mi intuición me decía que el hastío y aburrimiento de Suzy era proporcional al ego de El Nota. Por otro lado, había recibido información fidedigna de que El Nota tenía ciertas cualidades artísticas, pero ninguna de ellas era ser un virtuoso en la cama. 

No tenía muy claro cómo abordar la aproximación... así que confié en mi instinto... La miré y me respondió con un inquisitivo arqueo de ceja. Con la excusa del ruido que había en el local, acerqué mi cara a su oído y le susurré:

- ¿Te apetece algo?

A lo que respondió con un desconcertante, turbador y tentador:

- Cómeme el coño.

- ¿Ahora?

- Libera tu agenda. Sé de buena tinta que eres versado en la materia... Mañana te veo.

Y sin más, Suzy se dio la vuelta para rescatar a El Nota (¿o quizás a Saibeth?) y poner fin a la velada. 

Y mientras se alejaba, y seguía retumbando en mi mente su orden, o ruego, ¿o quizás deseo?, pensaba para mis adentros cómo afrontar un recital ante público y escenario desconocidos. Y recordando ese aforismo del golf que decía algo así como "qué raro, cuanto más practico, más suerte tengo",  pensé que esa misma noche repasaría mi repertorio pensando en la actuación de mañana..

Puesta en escena...

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Así que quieres que te coma el coño... bien...

Empecemos por el principio...

Entramos en la habitación... Me pides que espere en el baño... Aprovecho el impasse para refrescarme la cara...

- Ya estoy...

Salgo.

Estás sentada en la butaca... exponiendo claramente tus intenciones...

Mantengo la calma... Y es que las prisas son para los ladrones y los malos toreros...

Te sorprende que no me abalance sobre ti... y subes el nivel de tu provocación.

Llevas tu mano derecha hacia tu sexo... tus dedos acarician los labios de tu coño... y aprietan tu clítoris... Tu boca se entreabre... tus labios se humedecen... tu mirada centellea lujuria...

Mmmm... Me gusta... y me gustas. Y me excita... y me excitas.

Pero sigo manteniendo la calma... 

Te levantas... Buscas la botella de vino... La abres y viertes generosamente su contenido en dos copas...  

Chin chin... brindamos... por la vida.

Vuelves a sentarte en la butaca... Dejas caer tu pierna izquierda hacia un lado y levantas la otra... Estás arrebatadora...

De pronto, llevas tus dedos a la copa... y empapas tu coño con vino tinto.


Mmmm... mi erección es instantánea...

Por fin ha llegado la hora de empezar a poner en práctica todos mis coñocimientos...

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