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El gusto es nuestro...

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El sitio perfecto, la noche ideal...

Ante mi, una sabrosa carne marinada con vino tinto...

¿Quién puede resistirse?

Muy pocos... pero yo soy uno de ellos.

Mi mente es fría, como el hielo; analítica, y todo lo quiere analizar y estudiar... 

Disfruto haciendo bien lo poco que sé hacer bien...

Lo sé... a veces tanto perfeccionismo resulta exasperante e irritante... 

¿A qué coño espero?

Pues al tuyo... y te aseguro que será de lenguas y otros apéndices bien servido.

Y es que me encanta hacerlo... de abajo a arriba...

 ... de arriba a abajo...

... de lado...

... por delante...

... por detrás...

... suavemente...


... o intensamente...

... me puedes llevar tú...

... o puedo llegar yo...

En cualquier y todo caso, lo ensencial es que te guste... y que me guste... porque, ya sabes, en este tipo de diversiones... el gusto siempre es nuestro.


Curiosidad...

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Siento curiosidad… 

Y es que me gusta saber... 

entender... experimentar… 

probar… 

Imagina la situación...

Has sido privada del sentido de la vista... y también del oido...

Estás tumbada sobre la cama... desnuda... expuesta...

Mis manos separan tus rodillas... 

No puedo resistir la tentación de acariciar los carnosos labios de tu delicado coño...

El lúbrico roce de mis dedos te provoca un espasmo que arquea tu espalda... y que libera de tu boca un gemido de placer...

Una lengua se acerca... Está húmeda... y caliente... como tu sexo.

Con cierta sorpresa notas el roce de una inesperada y misteriosa melena en el interior de uno de tus muslos...

Es evidente que no soy yo... Pero ¿de quién se trata?

No lo sabes... Te perturba desconocer al autor de las dulces caricias que agitan suavemente tu ya abultado y enhiesto clítoris.

Da igual... el fin justifica los medios... 

Te desentiendes... te liberas... claudicas ante el inquietante tabú… abres tu mente... y aún más tus piernas...

Y es que quien sea que fuera, sabe perfectamente como hacerlo... sin prisa... sin pausa... presionado ahí... lamiendo allá... succionando aquí...  mordisqueando acullá.

Es incuestionable su erudito coñocimiento de la materia... aplicando la justa dosis de placer y castigo en tu ya muy excitadísimo coño... con maestría y destreza... con dulzura y un cierto toque de implacable crueldad... y con una alevosa precisión quirúrgica que te llevan inexorablemente al borde del orgasmo...

Quieres más… lo quieres todo de esa sabia y morbosa lengua que te entiende casi mejor de lo que tú misma… o yo… o tu satifyer sabemos…   

Y lo mejor de todo... 

es que estoy ahí... 

junto a ti... contemplándote… 

aguardando mi turno... 

… y tu réplica.

Esposa fiel...

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El recuerdo de esa primera relación "prohibida" quedará en mi mente para siempre...

Allí estaba yo... con aquel hombre... Un hombre real, de verdad, y no uno ficticio, como los que imaginábamos tú y yo en nuestras fantasías...  Esas fantasías en las que especulábamos con lo que se sentiría abriendo nuestra intimidad a otras personas... poniendo a prueba nuestra confianza... nuestra seguridad... nuestra apertura de mente... y nuestra libertad...

No... esto ya no era una de esas historias ficticias de BoundlessPassion... de la pareja sin límites ni tabúes... abierta a todo tipo de experiencias... 

No... ahora estaba reclinada en la cama de aquel hotel... semidesnuda... expuesta... ante un tipo dotado con una hermosa polla en incipiente erección... dispuesto a follarme... 

Sí... allí estaba yo... junto a él... acariciándome el coño... contoneándome seductoramente... masturbándome sin prisas... preparándome para todo lo que había de venir... y muy dispuesta a que eso sucediera.

Recuerdo como le abrí obscenamente mis piernas...  y como él se acercó, se acomodó entre ellas y se desplomó sobre mi... dejando caer su musculado y definido cuerpo sobre mi vientre... hundiendo con certera precición su polla entre los labios húmedos de mi coño... abriéndolos más y más... 

¡Oh, Dios! Era tan grande y gruesa que creía que me reventaría el coño... y eso que sólo estaba en los primeros lances de su faena....

Esa polla, desconocida e inusual para mi, era increíble... Se abría insolentemente paso en mi cuerpo, hundiéndose hasta donde nadie logró hacerlo... con una desquiciante mezcla de suavidad e ímpetu... 

Me resultaba imposible resistirme, oponerme a tal placentera invasión... Mis defensas se derrumbaron, tanto las físicas como las morales... Esa polla no sólo convirtió mi coño en viscosa gelatina,  haciéndolo babear como la boca de una yegua desbocada, sino que provocó que mis reticencias, mis tabúes y mis dudas se disipasen de un plumazo... 

No... tanto placer no podía ser algo malo... No... 

Aquello era bueno... bueno, no... superior... sublime... lo mejor...  y lo iba a disfrutar... a fondo.

Nada quería hacer... ni podía... Así que claudiqué, me rendí y me entregué...  y me relajé... y le dejé que me hiciera...

Entre acometida y acometida, pude sentir su intenso olor masculino, varonil... a macho en celo... Es un olor abrumadoramente excitante que me dominaba mientras su poderosa anatomía viril penetraba implacablemente la mía, más y más profundamente...  Joder...  la sentía tan dura... y tan grande que ansiaba que llegase aún más lejos... 

Mis manos le ayudaron... y fueron al encuentro de sus poderosas nalgas... Estas, rítmicamente, se tensaban como el acero cuando percutía en mi, penetrándome, y se ablandaban como un mullido almohadón cuando se alzaban para tomar impulso y acometer una nueva embestida...

Me sentía en un nube... volando muy alto... en la gloria... quizás algo mareada y narcotizada por el placer... Esa sensación provocó que yo misma me sintiese tan excitante... provocativa... sensual y sexy... como para reclamar el trono de Ava Gardner, como la hembra más atractiva, poderosa, lasciva y bella del universo...

Quizás por eso, mi piernas se abrieron aún más... y más... para él... facilitándole el paso... invitándole a seguir... tentándole para que me follase a fondo... sin contemplaciones.

Y esa increíble polla, tan gruesa y certera, percibió mi intención y me penetró... cada vez con más fuerza y vehemencia... haciéndome gozar como una gata en celo... emputeciéndome...  y convirtiéndome en sumisa esclava de su voluntad... 

Y llegué al orgasmo... y me corrí... Una corriente eléctrica circuló por mi cuerpo... brotando desde el interior de mi coño... haciendo palpitar a mi clítoris y provocando un cosquilleo en mi ano... Esa sensación electrizante recorrió mi vientre... subió por mis tetas, erizando mis pezones chispeantes, hasta llegar a mis manos... y mis muslos... incendiándolos del más absoluto y lujurioso placer... 

Y cuando pensé que ya había llegado a mi final... y que no habría más... vino el siguiente... con más intensidad que el primero... esta vez desatando un abundante manantial de húmedo deseo entre mis piernas... que empapó mis muslos... lubricando su polla... y provocando en cada embestida... en cada furioso empellón que mi flujo, mi sudor y el suyo salpicasen la cama...

No podía parar... era un orgasmo tras otro... sin solución de continuidad... sin pausa... sin descanso...  No podía distinguir donde terminaba uno... y empezaba el otro...

Pero todo lo bueno se acaba... y él llegó a su límite de aguante... Empujó con fuerza sus caderas contra mi... y tras un alarido obsceno. derramó toda su excitación y pasión dentro de mi... Sentí cómo se desvanecían sus fuerzas... y cómo su semen caliente inundaba mi lasciva vagina... haciéndome arder por dentro...

Fue increíble... 

Nos marchamos... cada uno por su lado... Y pensé...

Sí... aquel tipo me folló y me hizo enloquecer... y disfrutar. Pero mi entrega fue limitada y temporal... Sólo fue aquel momento... No me poseyó... sino que me tomó en préstamo... Un préstamo que yo misma le había hecho por voluntad propia... y que una vez devuelto y concluído dejaba las cosas como antes... como siempre...  

Por eso, aunque haya poseído mi cuerpo, no olvides nunca, mi amor, que mi corazón siempre te pertenecerá a ti...

Polvos mágicos...

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Nos pareció curiosa aquella tiendecita de la Habana Vieja.

En la puerta estaba su dueña, Juana, una venerable anciana santera que fumaba un enorme puro sentada en una mecedora que crujía cada vez que se balanceaba. Vestía completamente de blanco: sayuela y saya bordadas, blusa en mangas, quilla turbante. El contraste lo ponían una flor roja en el turbante y las cuentas de sus collares y pulseras, en honor a los santos orishas. 

Juana nos invitó a pasar. Aceptamos. Se incorporó, no cierta dificultad, nos abrió la puerta y se dirigió al interior, caminando pesadamente, dejando tras de sí una densa estela de humo.  

Entramos. Las damas primero (ya sabes lo que disfruto viendo tus andares).

La tienda estaba en una misteriosa semipenumbra, rota por la temblorosa luz de multitud de velas. Impregnaba el ambiente un aroma intenso, quizás emanado por las velas, o por un incensario que no logramos localizar. En todo caso, la sensación era agradable, y quizás también algo narcotizante. 

Empezamos a examinar el variado género que había en la tienda. Nos llamó la atención unas pequeñas figuras femeninas que estaban sobre un pequeño altar. Juana nos explicó que se trataba de Yemayá, diosa del mar, protectora de la maternidad y la fertilidad, y de Oshun, diosa del agua dulce, de la feminidad y del amor sensual. Obviamente, le manifestamos nuestra predilección por la segunda... Y si algo sabía Juana hacer muy bien era leer entre líneas...

Nos hizo pasar a la trastienda y nos ofreció algo que, según ella, nos iba a encantar. Abrió un cajón del que sacó un pequeño frasco que contenía una especie de polvo, o quizás sales, de color jade.

Según nos indicó, había que verter el contenido en una bañera llena de agua dulce y rodeada de velas. Las sales generarían una abundante espuma en la que habría que sumergirse durante al menos un minuto, manteniendo en todo momento la cabeza bajo el agua, sin poder respirar. Este ritual, caso de hacerse correctamente, sería interpretado por Oshun como una ofrenda a la que respondería proporcionando al devoto todo aquello que hubiese pedido justo antes de sumergirse... Sólo había una limitación: la magia dejaría de tener efecto al acabar el día... y todo volvería a ser como antes.

Joder... un minuto de apnea y 24 horas de placer. Sin duda merecia la pena. Tras un breve cruce de miradas a modo de confirmación, no tuvimos ninguna duda y nos hicimos con esos polvos mágicos...

Cuidado con los deseos: se pueden cumplir...

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Aquel fin de semana parecía propicio para probar los Polvos Mágicos que adquirimos en nuestro viaje a La Habana. Nuestras respectivas proles tenían planes lejos del hogar, lo cual nos permitía disponer del espacio y del tiempo a nuestra voluntad...

Apagamos los móviles, abrimos una botella de mencía de la Ribeira Sacra. Brindamos. Chín, chín. Nos besamos y magreamos.... y nos dispusimos a preparar el rito del Ebbó Missi...

Seguimos escrupulosamente las instrucciones de la santera Juana. 

Lo primero, llenar la bañera con agua. Esto era fácil. 

Después, fui a la cocina a preparar la mezcla de leche, miel, canela en polvo y aceite de almizcle. Como me encanta probar todo, mojé mis labios en el mejunje... y no sabía nada mal. 

Posteriormente, cogí las flores del jarrón de la entrada y las llevé al baño. Mmm... ella había encendido las velas perfumadas. 

Le di las flores. Desojó con cuidado las gerberas, esparciendo los pétalos en el agua endulzada...

Sólo faltaban las sales... 

Fue a buscarlas a la secreta "caja de los secretos", en donde también guardamos nuestro arsenal de juguetes de placer, dentro del armario de nuestro dormitorio.

Regresó al baño... totalmente desnuda. Ufff.... me encantaba verla así... al natural. Mis ojos se clavaron en los suyos, chispeantes de deseo. Bajé levemente la mirada para centrarme en su boca y en como mordía su labio inferior. Gracias a mi visión periférica, pude notar también que sus pezones entraban en erección... y hasta, si me apuras, la humedad de su sexo. Ante tal variedad de sugerentes estímulos visuales, y viendo que mi polla exigía liberarse de las apreturas de mi pantalón... procedí a desnudarme.

Ya estábamos listos... Vertió con cuidado las sales... espolvoreando los pétalos y el agua. 

Me miró y me hizo un gesto con la cabeza para que me metiese en la bañera.. y así hice. Después se metió ella, delante de mi, dándome la espalda. Se acomodó y, recostándose sobre mi pecho, me acarició la barbilla... Y sin que mediase orden consciente alguna por mi parte, mis manos buscaron acomodo en sus tetas... 

Ya sólo quedaba solicitar la bendición a Oshún, darle conocimiento del favor o gracia deseada  y sumergirnos un minuto bajo el agua...

Qué curioso... durante todo el tiempo que medió entre nuestra visita a la tienda de la santera y nuestro baño a la luz de las velas nunca hablamos de lo que íbamos a pedir, y tampoco es que yo hubiese pensado mucho en ello... Y es que siempre he preferido vivir el momento y no pensar mucho ni en el pasado, ni en el futuro. Y ella también. Somos así, de hoy, de aquí y ahora, de presente de indicativo. Y ese presente estaba ahora entre mis brazos, con su piel cubierta de espuma y sus manos acariciándome... y acariciándose... Sin duda, ella era única, irremplazable e inimitable... y por eso estaba convencido, y así se lo hice saber en no pocas ocasiones, de que había que clonarla. Desconozco el por qué, pero ella decía lo mismo sobre mi.

Y mientras estaba ensimismado con estos clónicos pensamientos, de repente ella se echó enérgicamente hacia atrás y forzó nuestra simultánea, y para mí aún no deseada, inmersión... Sin tiempo apenas para tomar la cantidad idónea de aire, hice de tripas corazón con la poca que almacenaban mis pulmones. Intenté mentalmente llevar la cuenta del tiempo que llevaba con mi cabeza bajo el agua, y de los segundos que faltaban. Cuando llegué a 20 empecé a ponerme algo nervioso... y con 30 el pánico se apoderó de mi. Intenté zafarme de la opresión de su cuerpo para dar una bocanada de aire... Pero ella, no en vano especialista en freediving, lejos de permitirlo, me empujó con más fuerza hacia abajo. El puto ritual de los cojones empezaba a convertirse en un juego peligroso... joder... joder... joder...

40 segundos... Ni de coña iba a llegar... Me faltaba el aire, me ahogaba... y, ella, encima, no me permitía respirar...  Mi instinto me decía que tenía que apartarla para buscar oxígeno y respirar... Seguro que Oshún consideraría que mi asfixia y sufrimiento eran sinceras muestras de veneración y respeto... Además, no creo que le importe que no sea un minuto exacto... ¿qué más da 50 que 60?

Y de la misma forma que empezó la inmersión, ésta terminó. Ella se echó hacia adelante, se incorporó brevemente y dio media vuelta poniéndose de frente a mi... Respiré 1, 2, 3, 4, 5 veces, jadeando pesadamente, tratando de meter todo el aire que podía en mis exhaustos pulmones. Poco a poco fueron bajando mis pulsaciones, y activándose mis sentidos... Pude sentir sus pantorrillas y muslos sobre mi abdomen, y uno de sus pies acariciando mi pecho, mis pezones y mis hombros... No podía verla, ya que mi cara estaba llena de espuma, pero percibía que una sonrisa entre pícara y maliciosa adornaría su cara...

Sin poder abrir aún los ojos, oí unos pasos dirigiéndose hacia el armario donde guardamos la ropa de baño...  

Me sorprendió escucharte diciendo:

- Oh, una toalla... gracias, es usted muy amable, Mr. M... 

¿Gracias? ¿a Mr. M? Qué raro, eso de Mr. M sólo lo reservaba para nuestros juegos de alta tensión sexual... 

No pude profundizar mucho en analizar qué estaba pasando ya que al poco sentí en mi hombro el roce de una toalla. La cogí, me sequé la cara y los ojos. Me giré y te la devolví dándote las gracias por acercármela, todavía algo aturdido y confuso por el extremo ritual.

Abrí los ojos... y, tal como suponía, estabas frente a mi, en la bañera, con tus tetas emergiendo sobre la espuma y con una traviesa sonrisa iluminando tu cara. 

Pero... ¿un momento? Si tú estás ahí... y yo aquí... en la bañera... y ninguno de los dos ha salido de ella... entonces, ¿quién demonios nos ha acercado las toallas?...

El hombre...

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El afán por sentirse usufructuaria y dueña de una relación romántica, de felicidad empalagosa y dulzona, de polvo nocturno y besitos y caricias al despertar, y de fiel compromiso de permanencia eterna (“hasta que la muerte os separe”), se desvaneció hace tiempo...

Ahora no quería, ni sentía eso...

Ahora sentía un irreprimible, y lascivo, deseo de ser poseída por un hombre de verdad, por un macho poderoso... pero también abierto, empático, tierno y sensible... capaz de leer entre líneas, y sobre todo entre sus labios. 

Su deseo no obedecía a las razones de la razón, sino a las de su corazón y su piel. Cada vez que emergía entre sus piernas, loco, furioso y muy morboso, la dominaba sometiéndola sin piedad... impidiéndole pensar, ordenar ideas... y eso le gustaba.

 ¿Para qué pensar? ¿Para qué tratar de entenderlo?

No... no quería explicar esa fuerza vital, ese furor uterino que reafirmaba su feminidad, su estima… su confianza… Sólo quería que dejase de estar encerrada en su mente... y convertirla en real. 

Pero eso no resultaba tan sencillo...

Dadas sus circunstancias, sólo podía aplacarlo parcialmente. Así, cuando por por arte de birlibirloque surgía de la nada un fugaz y breve momento de soledad e intimidad en su ajetreada vida familiar y social, sacaba de su secreta cajita a su juguete favorito. Tras comprobar el estado de la batería, se tumbaba sobre la cama... desnuda... abierta... muy abierta... lo encendía... y lo ponía en un modo de vibración y succión lento, para empezar... y con suavidad y cuidado lo aplicaba sobre su clítoris. 

Y aquella tarde, después de comer, sin nadie en casa, surgió ese momento...

Nivel tres, pop, pop, pop... comienza la diversión. Cuatro... el cosquilleo resulta muy placentero. Cinco, calor... aunque su cabeza está fría y centrada en su placer... El hormigueo se extiende por todo su cuerpo. Seis, la risilla tonta... una risa de gozo, de "no puede ser", de porrito suave. Siete, el calor se convierte en humedad... y el hormigueo en erupción. Ocho, pellizca sus pezones, mueve la cabeza de un lado a otro, empuja sus caderas hacia arriba, convulsiona, tiembla... escupe improperios por la boca... Nueve, ya es un estallido, un terremoto con el clítoris como epicentro, que electrifica todo su cuerpo. Diez... 10 de 10.

El alivio es temporal... suficiente para ese día, pero insuficiente para saciar su apetito y su sed de deseo...

Lo que quiere es algo real, tangible... palpable...

Lo que quiere es a ese hombre... a un hombre alto, fuerte, dominador... de manos grandes, espaldas anchas facciones bien marcadas... y dotado de una imponente virilidad entre las piernas. 

Exhausta aún por el reciente fragor de su furtiva masturbación, imagina un encuentro con ese "animal mitológico"...

Lo miraría a los ojos, para sentir como se pone nervioso. No quiere ser directa, prefiere insinuar, que parezca que no busca nada, aunque su ropa interior diga lo contrario. Echaría a un lado su melena, dejando su cuello al descubierto...  Caldearía el ambiente sentándose en una butaca, sin ropa interior... abriendo sus piernas... y acercaría la mano a su entrepierna.. mostrándole el camino.


 

Fantasearía con la sensación de notar cómo se empalma y empieza a desearla...  Ha llegado el momento de que la folle...  y de que le tire del pelo... y que la azote, si así lo desea; quiere sentir sus embestidas salvajes... quiere sentir un infierno celestial en su coño... en su vientre. 

Y quiere que dure... muy dura... muy duro... y que se corra en sus labios... y que su lengua se divierta con su semen ardiente. 


 

Quiere ser dulce e inocente, perversa y caliente, su hembra...  su puta.

Y sumida en estos pensamientos y deseos... miró el reloj...  Era tarde... 

Apresuradamente se vistió... Mojada aún por el deseo, se puso el culotte y se enfundó el primer vestido que encontró... y rauda se dirigió al club de pádel donde aquella tarde ejercía de instructora.  

Al llegar, miró la agenda... tenía un nuevo alumno: Alberto...

Se dirigió a la pista número 3, y allí estaba él... 

Se acercó a saludarlo... extendiendo la mano, pero Alberto se tomó manga por hombro, y sin soltar su mano, la atrajo hacia sí y le espetó dos besos... el último peligrosamente cerca de sus labios... 



Y eso provocó un latigazo en su entrepierna, que volvió a empaparse al pensar que Alberto era... su hombre.

Viaje de trabajo...

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Love is a crime… and Italians do it better

Aquella noche no te llamé... lo sé.

Estuve muy ocupada...

Teníamos el evento social de la reunión: recepción en el Palazzo Reale y cena de gala. 

Después de la cena, salimos a tomar algo... 

Los italianos nos llevaron a una coctelería cerca del hotel... Cada cual pidió su rareza... y yo la mía: un Air-Mail... 

Uno de ellos empezó a hablar conmigo... separándome del grupo... 

La insistencia de Stefano era como su anatomía: poderosa... y no pude resistir mucho sus embates...

Al prinicipio eran verbales... pero luego sus manos pasaron a la acción y empezó a meterme mano...

Apretó una de mis tetas... sin dejar de mirarme... y noté como se empapaban mis bragas al instante... 

Él debió notar mi turbación... ya que me propuso salir de allí para ir al hotel...

Era raro en mi no tener el control de la situación... pero el caso es que accedí a su proposición indencente... A fin de cuentas sólo sería esa noche... y al día siguiente volveríamos a nuestra vida habitual... él en Torino... y yo en Madrid, contigo... 

Entramos en mi habitación... y me tumbé sobre la cama... muy excitada...

Cubrí mi cuerpo desnudo con la sábana... y lo miré... deseosa de conocer su repertorio...

Por cierto, folla estupendamente...

(Pues tú no sabes cómo lo hace nuestra vecina)

Manuela…

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Mélodie d'amour chante le cœur d'Emmanuelle 
Qui bat cœur à corps perdu 
Mélodie d'amour chante le corps d'Emmanuelle 
Qui vit corps à cœur déçu
Último partido de la temporada… 

Madrugón de sábado para ver un partido intranscendente, ya que los nuestros no se jugaban nada…

Casualmente, este fin de semana no estaba quien habitualmente se encargaba de acudir a este tipo de saraos deportivo filiales, por lo que esta vez me tocaba a mi…

Como era cerca de mi casa, llegué con bastante adelanto…  Allí aún no había nadie… conocido. Pero al poco empezaron a llegar padres y madres… con sus hijos, hijas e hijes… 

Me senté en la grada, a la sombra… y empecé a mirar las noticias en el móvil… Joder, qué asco: no hay más que propaganda, ideología e imbecilidades…  

Alguien se acercó y se sentó a mi lado…
 
- Hola, qué sorpresa verte por aquí…

Era Manuela.

- Pues sí… hoy me ha tocado a mi. ¿Y tú? ¿También te ha tocado venir?

- Sí… este fin de semana estoy sola…  Ó tiene que montar un evento en Jerez, y allí va a estar hasta el lunes. 

Este tipo de información no solicitada siempre me ha turbado… y más turbado empecé a sentirme cuando comprobé lo corta que era su falda… y lo pronunciado que era su escote…

Manuela es muy inquieta… locuaz… de intelecto rápido, mirada inquisitiva enmarcada en largas pestañas… cuerpo menudo… pero menudo cuerpo… y muy sonriente. Sin duda, un manjar exquisito para el que la pudiera saborear.

Empezamos a hablar…

Que si las vacaciones, los trabajos, los hijos… las novias de los hijos… las hormonas de la juventud… la poca ropa que llevan… y con la tontería y la confianza que da sentir que hay conexión entre dos personas, que si “lo bien que te queda a ti la tuya”… que si “me estás piropeando”… que si “tú sabes que no”… que si “me estás obligando a mirarte”… que si “¿esta tarde qué haces?”… que si “pues venga, quedamos”.

Los chicos nos sorprendieron cuando decidieron ir a ver el remake de Top Gun… y en versión original. Pobres… ellos tan jóvenes y allí rodeados de boomers trasnochados. 

Nosotros nos quedamos fuera, en el Sagardi. Pedimos una botella de albariño… unos txipirones y alcachofitas para empezar… Si la conversación de la mañana tuvo algunas notas de suave picante… la de la noche apuntaba directamente al punto G del Grano…  Y, lo mejor, o peor, según se mire, es que a cada sorbo de albariño, el calentón empezaba a ser incontrolable en ambos bandos… 

Tenía que hacer algo… Vino a mi cabeza la escena de Vincent Vega, de Pulp Fiction, reflexionado sobre si debería follar con Mia Wallace… o, por el contrario, optar por un «…así que sales y dices, buenas noches, fue una grata velada, sales por la puerta te metes en el coche, te vas a casa te haces una paja y se acabó…»
Obviamente, opté por lo primero…

Le propuse que los chicos se quedasen a dormir en mi casa, donde haría de canguro-guardián mi número 2… que este fin de semana permanecía enclaustrado en casa porque está preparando los exámenes finales de la universidad… Después, con más libertad por nuestras partes, dejaríamos que las cosas fluyeran… y lo que ha de ser, será… y lo que surja… ya tú sabes, mi amol.

Aceptó mi plan, y me sugirió que fuésemos a su casa… a tomar la penúltima… Y así procedimos…

Llegamos… era la primera vez que estaba allí… Debo confesar que tenía una sensación extraña… mitad excitación y lujuria… mitad morbo e inquietud… En todo caso, el albariño había nublado cualquier atisbo de razón y prudencia… así que sólo quedaba echar el resto… y darlo todo. 

Subió a la planta de arriba… y desde allí me indicó que me sirviese una copa… Husmeé por el salón… y no fue difícil encontrar la tónica… un vodka del montón… y el hielo.

Apenas había dado un sorbo… cuando, de pronto, escuché un misterioso “sube…”

Obedecí, y tras apurar un trago, subí por las escaleras… Todo estaba a oscuras, salvo la habitación del fondo, donde un poco de luz tenue se colaba por su entrecerrada puerta. La abrí… y la vi… sentada en una silla de mimbre… desnuda de cintura para arriba… mordisqueando una de las perlas de su collar…

Joder… el déjà vu era palpable… esa película ya la había visto… y ahora iba a protagonizar el remake…


Agárrame el cubata…

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Noche de verano. 

Cena en casa con amigos… de toda confianza.

Comimos poco… hablamos mucho… y bebimos más.

El vino caldeó el ambiente... 

liberando las lenguas…

derribando tabúes...  

y abriendo las mentes... 


De pronto surgió un reto... un reto imposible...

que requería osadía... atrevimiento y audacia...

… y confianza.

Y ya sabes como soy... 

- Nosotros lo haremos...


Cuando me escuchaste, me miraste desencajado...

sorprendido... como un niño asustado...

Arqueaste inquisitivamente las cejas... 

Pero no te di explicaciones... porque era el tiempo 

de hacer que las palabras se convirtiesen en hechos...


Mi mano tomó al asalto tu entrepierna... 

Estabas palpitando con una mezcla de pasión... y turbación…

Te acaricié… y cuánto más presionaba… más turbado estabas…

Me complació tener el control… de ti.. y de la situación.

Todos me miraban... nos miraban... conteniendo el aliento...


Nada podía detener el torrente de lujuria que brotaba de mi interior...

Mis labios hormigueaban de lasciva pasión, mi boca salivaba. 

Te necesitaba ferozmente… como una hembra en celo... 

Mis pezones estaban tan duros... que casi perforaban la tela de mi vestido...

Era puro deseo... energía... fuego... volcán... 

Era todo y nada… alfa y omega… principio y final… 


Eché hacia atrás la silla… y me incorporé…

Di unos pasos hacia atrás… 

y me situé en el centro del salón…

Era el centro de atención… 

Hice un gesto con la mano… ordenándote que te levantases…

… y tras unos momentos de duda e indecisión, lo hiciste…

aunque acochinándote en tablas, buscando la inútil 

protección de la mesa… y de los comensales.


Así que me acerqué lentamente a ti…

Contoneándome… 

Sin dejar de mirarte

Como una serpiente que se acerca a su presa…


Abriste tus labios… invitándome a besarlos… 

Pero no… en ese momento no quería tus labios…

Para tu sorpresa… y la del respetable que nos observaba…

me arrodillé ante ti... 

y desabroché la hebilla del cinturón... y el botón de tu pantalón...

Tiré de tu ropa hacia abajo… con brío e impaciencia... 


Liberada de su prisión, y como si de un resorte se tratara,

tu polla apareció obscenamente ante mis labios...

Firme... gruesa... mostrando con orgullo su poderío...


Sujetándola con la mano… me la metí en la boca... 

Sentí su intenso sabor...  mezcla de cielo y vicio…

Y lamida a lamida… mamada a mamada

comencé a demoler y arrasar tus defensas 

en las profundidades de mi garganta...


Y en medio de un gemido lastimero 

claudicaste ante mi implacable táctica y estrategia…

Y tu semen caliente se derramó por mi garganta…

Lo conseguí… vaya que si lo hice.


Y con la marca de mi victoria aún asomando por mis labios

Me levanté y os miré… desafiante… y pregunté:

- ¿Alguien puede superarlo? 

Y como siempre pasa en estas cosas,

Manolo se levantó y dijo, 

ceremoniosamente, 

las míticas palabras:

- Agárrame el cubata…


El sexo contigo...

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No sé si fue... o lo está siendo... o si algún día será...

Quizás pudo ser... pero no lo intenté... o no supe cómo fabricar la conjunción astral que permitiese que coincidiésemos en el espacio-tiempo sin prisas... sin pausas... sin límites...

Quizás sólo existió en mi imaginación, en mi mente calenturienta y perversa que se incendia con sólo pensar en la posibilidad de tenerte...

Desconozco por qué despiertas en mi esas pulsiones... esas pasiones animales... básicas... primarias... irracionales...
 
Es brutal... irracional... intenso... loco... voraz...
 
Es obsceno, lascivo y lujurioso, soez... pero no vulgar.
 
Es puro, simple y complejo, una fuerza esencial... fuera de control... 
 
Salvaje, bestial... carnal, subliminal, directo... 
 
Es la saliva que moja, los dedos que aprietan, las manos que soban...
 
Las bocas que hablan, que provocan, que lamen, que escupen, que chupan...
 
Son los cuerpos que se frotan, que se rozan, que percuten, que penetran... y son penetrados...
 
Es el olor a deseo, el fuerte sabor de todas y cada una de las fuentes del placer... 
 
Es la visión del fuego en las miradas...  la contemplación del arte sinuoso del cuerpo del delito. del delirio que ciega...
 
Lo quiero ahora... todo... sin más...  ni menos... y no voy a detenerme hasta conseguirlo.

Dudas…

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Mediterráneo, noches de luz y color 
Mediterráneo, tierra de pasión 
Mediterráneo, ruta de calor 
Mediterráneo, eterno verano al sol...

Nos merecíamos un descanso... sin agenda... prisas... ni compañía.  Sólos los dos. 

La soledad duró un par de días. 

La hermana menor de Carol, Marlene, llamó para preguntar si nos importaba que pasase una noche con nosotros antes de proseguir viaje a Ibiza. Poco tenía que decir yo, ya que el apartamento era de mis suegros.

Llegó al mediodía. Le dimos la bienvenida con un arroz a banda en Ca'Miquel. 

Volvimos a casa, nos cambiamos y bajamos a la playa. 

Para mi sorpresa y regocijo, el biquini de Marlene era tan breve y escueto, que por detrás apenas podía deducirse que llevase algo puesto. Diez años menos, ausencia de partos y libre de una aburrida vida matrimonial permitían que Marlene hiciese gala de un tipazo muy agradable para la vista... y más para el tacto.

En cierta forma, era un cuerpo "conocido", ya que procedía del mismo molde que el de Carol. Sus tetas eran de parecido volumen, aunque parecían más turgentes... Supuse que reaccionarían de forma similar a una caricia... o a un suave pellizco en el pezón. También reparé en sus nalgas, redondas, tersas y endurecidas (supongo, por la práctica de algún deporte), y apenas cubiertas por el minúsculo tanguita que tan de moda se ha puesto este año. Empecé a elucubrar cómo responderían al untarlas en crema bronceadora, pero para acallar una inoportuna erección en plena playa, corté por lo sano tales lúbricos pensamientos.

Por la noche fuimos los tres a cenar al puerto. Después, tomamos unas copas en el chill-out del Beach Club Bahía, uno de los chiringuitos de la playa, que esa noche estaba amenizado por un grupo de salsa cubano. Pero Carol estaba cansada, y nos dijo que prefería volver a casa. Pero cuando me iba a levantar para acompañarla, me indicó que me quedase con Marlene y que la acompañase después a casa, como buen anfitrión.

Bueno, una copa más, y nos retiramos, le dije a Carol, mientras Marelene asentía.

Ausente Carol, Marlene empezó a hablar con más soltura... y a beber con más alegría. Y a la copa que establecía el límite inicial, le siguió otra... y otra.

Marlene estaba un poco pedo... y con el ruido de la música, empezó a hablarme al oído, acercándose más de la cuenta.

- Confiésalo...  Te pongo cachondo...  Te pone cachondo imaginar si tengo tanto arte chupándotela como mi hermana...

Abrí los ojos como platos... y un impetuoso torrente de sangre volvió a inundar los cuerpos cavernosos de mi polla.

- ¿Quieres que te cuente un secreto?

Me temí lo peor… o lo mejor… lo las dos cosas a la vez

- Cuéntame, respondí con musicalidad, al estilo Fórmula V

- Muy bien, cuñao: una vez, y hace no mucho tiempo, las dos chupamos la polla de alguien que conoces... ¿Te gustaría probar?

Dos, y no una, dudas me asaltaron: ¿cómo sería la sensación del placer bilingüe? ¿y quién sería el afortunado hijoputa que lo disfrutó antes que yo?

Provocando...

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- ¿Qué está haciendo?

- De momento, sólo está mirando...  respondió ella. 

- Creo que le gustas...

- Supongo que le pongo... 

- Insinúate…

- Mmm… me levantaré un poco la falda… como quien no quiere la cosa

- Me encanta tu ropa interior… ¿Qué hace ahora?

- Me sigue mirando muy fijamente... y creo que se está excitando…

- Mmm... lo imagino empalmándose al verte así... Separa un poco las piernas... 

- ¿Te pone verme flirteando con otro hombre? 

- Mucho, y lo sabes... Es una mezcla de excitación y morbo… Noto que te enciende flirtear con un desconocido… y que yo te vea…

- ¿Quieres que me toque para él?

- Claro... 

- Oh… se ha levantado... y viene para aquí... ¿Qué hago?

- Improvisa...

La última vez...

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Quiero tenerte muy cerca
Mirarme en tus ojos
Verte junto a mí
Piensa que tal vez mañana
Ya estaré lejos
Muy lejos de aquí
Bésame
Bésame mucho
Como si fuera esta noche
La última vez
La última vez...
 
Quizás, ya haya sido 
y no nos hayamos dado cuenta...
O esté próxima a suceder... 
... si es que sucede.

Dicen que todo tiene un principio... 
y desafortunamente... un final...
 
O quizás no...
 
Quizás todo esté evolucionando 
y cambiando a algo diferente...
ni peor ni mejor, ni malo... ni bueno...
sólo distinto... y nuevo
Quizás es un paréntesis que se cierra 
para que otro se abra... y nos envuelva.
 
Sí... es eso...
 
Somos energía que fluye, 
que se intercambia
que se transforma...
que no se crea
ni se destruye...

Somos infinitos... 
fijos discontinuos...
conectados por un 
sutil vínculo cuántico...
que nos entrelaza... 
que nos subyuga... 
en una dualidad
en la que tanto podemos ser
el alfa y la omega... 
como el omega y la alfa.

Tengo ganas de que llegue esa última vez...
para retar al destino... y demostrar que,
cuando follemos estaremos vivos y muertos... a la vez.

y muéstrame tus encantos...
que el deseo se abrirá paso... 
y se encenderá la chispa... 

Mal menor...

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Era una tarde perfecta para hacer esquí acuático...

Al no estar tú ni mi hermana, pedí a Jaime que me acompañase y que manejase el bote...

Y la verdad es que lo hizo muy bien, llevándome deprisa, moviendo el bote de un lado al otro, zigzagueando y haciendo círculos para provocar interferencias en las estelas que sacasen a relucir mi variado repertorio de double ups, bunny hops, spins... y demás trucos...

Fue una delicia repleta de adrenalina... aunque me dejó exhausta...

Al final, subí otra vez al bote... y fondeamos para descansar. Me quité el chaleco, me desnudé, abrí una cerveza y me tumbé en la popa con la intención de tomar el Sol. 


Pero ya sabes, protección ante todo, así que pedí a Jaime que me extendiese la crema bronceadora por donde más sensible es mi piel... 

Y desde luego que supo por dónde hacerlo...

Berta...

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La osadía del invitado me perturbó -¿por quién me había tomado?- y me gustó a partes iguales...

El contacto de su mano en mi pecho, aceleró mi pulso y generó una intensa sensación de calor que recorrió todo mi cuerpo...

Imagino que se dilataron mis pupilas... haciendo que brillase mi mirada...

Abrí levemente la boca, y mordí con sutileza mi labio inferior... que se humedeció al escapar inoportunamente un poco de saliva...

Pero lo que se humedeció de verdad fue mi sexo... especialmente cuando su dedo presionó mi pezón... Estaba totalmente excitado... y abierto... y caliente... y daría un Potosí porque fuese penetrado ya mismo... violentamente incluso.

Él quería más... y su mano izquierda quiso invadir las curvilínea superficie de mis nalgas... Pero aún no había hecho méritos para disfrutar de tal premio...

No...

Impedí con un sonoro golpe en el anverso de su palma la impertinente invasión... y tomé la iniciativa contraatacando con una incursión precisa y certera a su entrepierna...

Palpé su polla... tomando buena medida de sus formas y de sus supuestas habilidades...

Sí...

La calidad del género era buena...

Así que me incliné hacia adelante... acercando mi boca a su oído... y le susurré...

- Un placer conocerte... soy Berta

Mano dura

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En cuanto empezamos a hablar, percibí claramente que necesitabas ser controlada, dominada… 

... más allá de lo físico, en lo mental... en lo emocional.

Pues has dado con la persona adecuada… 

Así que ven… y siéntate aquí… porque voy a explicarte unas cuantas cosas.

Animal…

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No pretendas que me adentre en los oscuros rincones de tu alma.

He perdido mucho tiempo tratando de iluminar sombras vacías,

así que sea otro el que lo haga…

No puedo ayudarte a resolver tus problemas,

tus dudas, tus dilemas…

No soy pañuelo de lágrimas en el que llorar tristezas.

Ni esa ensoñación de un compañero ideal

que camina a tu lado... a tu paso... pero atado...

No te confundas: no soy nada de eso…

Mi interés es otro… más básico y esencial.

Mi objetivo es liberar al animal

que has tratado inútilmente de ocultar,

porque lo temes, porque te asusta… porque te gusta.

Ese animal que no obedece a razones,

que no se controla…

que te maneja a su antojo,

que te arrastra en el lodo…

y que también te eleva a la gloria…

Así que olvida tus pretensiones, miedos y temores

Abre la mente… y los sentidos..

porque voy a provocarlo, a azuzarlo

hasta hacerlo salir de su guarida

para que nos inunde con su energía,

su fuerza, su pureza…

Y quiero que tú lo veas

que veas cómo se despierta…

y cómo despierta

al que yo también llevo dentro…

No tuve otra opción…

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Volví a aquel salón... y en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa. 

La acomodé entre mis piernas y la abracé... Cerré los ojos… Su perfume me hizo recordar…

Sabía que si rasgaba sus cuerdas volvería a sonar esa melodía que, lejos de amansarla, despertaría a la fiera... 

Pero ya había llegado demasiado lejos como para ahora renunciar a sentirla... así que concedí libertad a mis dedos y mis manos...

Y ahora, si usted me lo permite, omitiré ciertos detalles de lo que allí aconteció y me centraré en el final de esta historia...

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Ya no podía aguantarme más... y bastante fue para el excitante repertorio, plagado de viejos éxitos pero también de nuevas y sorprendentes composiciones de posturas, gestos, palabras y hechos (no quise saber dónde, cómo y con quién los habrías practicado), que me ofreciste desde el primer momento.

A punto de rebosar mi deseo, te imploré que me enfriases... así que levantaste tus caderas... poco a poco... hasta liberar a mi polla de la cálida prisión de tu húmedo coño... 

Te echaste hacia atrás, apoyando tus nalgas sobre mi abdomen... Tu espalda bloqueaba mi visión... pero no me costó visualizar cómo tu mano tomaba el control de mi verga. 

Apretaste tus dedos, como queriéndola estrangular, y comenzaste a agitarla... suavemente al principio... y sin piedad ni miramientos después. 

Abriste tus piernas y comenzaste a masturbarte, usando mi convulsa y palpitante polla cual consolador... 

Y fue sentir la húmeda caricia de los labios de tu sexo mezclada con la dureza de tu clítoris, para claudicar... y sin otra opción posible, no tuve otra opción sino correrme sobre ti...

La amiga de mi hermana…

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Mi hermana insistió en que la acompañase a un barbacoa en casa de unos amigos. No me apetecía mucho... pero esa tarde no tenía mejor cosa que hacer. Llegamos. No conocía a nadie. Los anfitriones parecían cordiales en el trato. Él, de aspecto bonachón, locuaz... quizás algo dicharachero, no paraba de hablar (de esto, de lo otro) y de beber.  Ella, alta y delgada, aunque de musculatura definida, quizás por la práctica no esporádica de algún deporte; mucho más discreta en la locuacidad, tenía una mirada magnética. 

La energía de el anfitrión cayó a cero en cuanto terminamos de comer. Se tumbó en una hamaca que estaba al lado de la piscina y empezó a roncar. Mi hermana y la anfitriona prefirieron broncearse en las tumbonas. Así que yo... sin muchas más opciones, me zambullí en la piscina. 

Tras un par de largos... me apoyé en un lateral, con el resto de mi cuerpo en el agua, y escudriñé el entorno. El roncador no daba tregua... mi hermana tumbada boca abajo parecía grogie... y la anfitriona... la anfitriona estaba recostada con el respaldo de la tumbona algo levantado... aplicándose bronceador en el perímetro de su escueto bikini... y mirándome... muy fijamente. 

El cruce de miradas me produjo una leve erección... y lo que es más grave: provocó que la empezase a mirar como mujer... como hembra... Analicé sus curvas, sus labios... su vientre... la bisectriz de sus muslos... y se bloqueó mi mente con una sola idea. 

De pronto se levantó, y se dirigió al interior de la casa. Haciendo fuerza con mis brazos, de un salto salí de piscina y la seguí. 

Entró en la cocina y se detuvo en el frigorífico. Me acerqué a ella, empapado aún, hasta rozar con mi pecho su espalda, y con mi bañador sus nalgas. Noté como se aceleraba su respiración... a la vez que se aceleraba mi erección. No había duda: tenía que actuar. 

Me retiré un poco hacia atrás y me despojé de mi bañador, no sin alguna dificultad, dado lo mojado que estaba y, sobre todo, por lo empalmado que estaba.

Desanudé uno de los lazos, después el otro y la parte de abajo de su bikini cayó al suelo. 
Me acerqué otra vez a ella... mi polla buscaba desesperadamente un acomodo en su curvilínea anatomía. 

Rodeando su cintura, conduje directamente una de mis manos a su sexo... Sentí el roce de su vello púbico... la humedad de sus labios... la dureza de su clítoris y la calidez de su vagina. 

Mi polla, mientras tanto, navegaba, aguas arriba y abajo, por la hendidura entre sus nalgas, pero sin penetrarla... aún. 

En uno de los empellones, ella separó hacia un lado una de sus nalgas y, metiendo una de sus manos bajo sus piernas, me agarró con fuerza la polla tratando de llevarla hacia su coño. No sé porqué, pero sentir su decisión e iniciativa me excitó sobremanera... 

Y fue tanta mi excitación, que sin saber muy bien cómo ni porqué, recuperé el dominio de mi polla para conducirla con mi mano izquierda, y sin paradas intermedias, hacia su ano. 


Era deliciosa la sensación de tratar de introducirme en su cuerpo por donde no esperaba. Intenté ser todo lo delicado que se puede ser en tal brete. Mi glande empezó a horadar su culito, que poco a poco iba relajándose, y abriéndose. 

Al sentir como sus manos agitaban con vehemencia su clítoris, llevé mi mano hacia uno de sus pezones, apretándolo con fuerza. 
Gimió con cierta intensidad, lo que provocó en mi una señal de alarma, ya que podía despertar a los dormidos en el jardín. 
Aceleré mis acciones. 

De un empellón, intenté meter mi polla en las profundidades de su ano.... Pero estaba yendo demasiado deprisa para una operación que requeria más estimulación y más lubricación. 

Hizo un segundo intento para introducir mi verga en su sexo, que impedí bruscamente. Se revolvió un poco, como si pretendiese evitar lo inevitable... y tras sujetarla con fuerza, empujé hacia adelante hasta sentir como su delicioso culo rodeaba mi nabo en toda su extensión. 

MMM.... que sensación más intensa sentir la estrechez de su culo apretando mi polla..
que placer sentir la mullidez de sus nalgas rozando mi pubis. Qué puto placer follarme a esa pantera dominando su fuerza... Qué morbo sentir que en cualquier momento podríamos ser descubiertos...

Teníamos que ser eficaces y eficientes en el uso del tiempo. Bombeé una y otra vez mi lujuria en su ano... enculándola... azotándola unas veces... apretando sus pezones otras...
Y llegó el momento en el que la aceleración de su mano agitando y hasta diría que maltratando a su clítoris, los empellones cada vez más profundos y los pellizcos en sus pezones nos llevaron al éxtasis más intenso que había experimentado nunca. 


Me corrí en su culo... en silencio... conteniendo la respiración todo lo que podía. 
Me eché hacia atrás... y pude ver como un borbotón de esperma afloraba por su ano. 

La besé en el cuello... y me enfundé apresuradamente el bañador... Ella hizo lo propio con su bikini. 

Y antes de entrar en el jardín, le susurré al oído:
- Continuará...

Hay alguien más...

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Los latidos del corazón de Berta se aceleraron...

Simultáneamente, una sensación en la que se mezclaba cierto desasosiego con una intensa excitación comenzó a manar de su sexo...

Para aplacar la tensión, decidió recostarse sobre la cama, separando sus piernas y exponiendo su coño... para dejar claro a quién quiera que fuese que iba a dejarse hacer...
El voyeur recibió el nítido mensaje... y transformó la aparente pasividad del que contempla en la distancia, en activa participación en el tablero del juego del deseo...

El extraño se acercó hasta los pies de la cama y separó aún más sus rodillas...

Berta, cubierta aún con su antifaz, pudo percibir con meridiana claridad el olor a vodka, arándanos, cuero y tabaco de su desconocido acompañante. Un chispazo de lujuria iluminó su cerebro: era Ricardo...

Joder... ¿qué demonios estaba haciendo allí? Ufff.... el morbo un repentino torrente de flujo que empapó su sexo y la colcha de la cama...

Imaginó su mirada... quizás clavada en los rosados y brillantes labios de su vulva... abiertos obscenamente... deseando ser penetrados... O quizás contemplando su abultado y palpitante clítoris... implorando ser acariciado por una lengua invasora... o mordisqueado por una boca experta y libidinosa.

- Mírame bien... cabrón... fíjate bien en la exquisita belleza de mi coño... fíjate en su perfecta simetría... en la intrincada delicadeza de sus pliegues... en la casi invisible traza de vello púbico recién rasurado... en el olor que desprende como hembra caliente y cachonda que estoy... - pensó Berta para sus adentros.
El silencioso acompañente extendió su mano... y como el mismísimo Dios de La Creación de Adán, de Miguel Ángel, rozó con su dedo la bisectriz de su sexo, recorriéndolo desde la cima de su clítoris hasta los ocultos confines de su zona anal...

Berta no pudo evitar emitir un gemido que rompió el silencio que rodeaba la escena...

Su explícita muestra de excitación fue premiada con una incursión rápida y certera de la boca de su compañero a sus tetas... a sus pezones... Estos fueron lamidos, saboreados y mordisqueados, de izquierda a derecha... y de derecha a izquierda... sin distinción de ideologías... ni cuotas de ningún género...

La impaciencia comenzaba a devorarla... ya no quería más estímulos... más prolegómenos... más jueguecitos. Lo que quería es que la follase de una puta vez... con deseo... con fuerza y vigor...

Y como su hubiese una conexión telepática con su socio... éste se levantó y se puso en pie...

El lento sonido de la cremallera del pantalón le anunció que el momento había llegado... y que ahora tendría que ser ella la que pusiese bien firme y a tono toda la artillería pesada que se escondía en la entrepierna de aquel hombre...

Su intuición femenina le anticipó que él se estaba masturbando... y eso la puso extremadamente cachonda... Allí estaba ella, con las piernas abiertas, deslizando sus dedos por su coño... tocándose sin miramientos... liberada por su antifaz de la censura de las miradas incómodas... masturbándose ante un desconocido que también estaba pajeándose... en su honor...

Y es que no hay mayor deseo que sentirse deseada... codiciada...

Berta estaba embriagada... y muy caliente y empapada... flotando en una nube de lujuria... Pero lo que no sospechaba... es que allí, oculta en la puerta de su habitación, alguien más les acompañaba...
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